Camiones sin frenos 🚚
Yo voy por ahí dejando cafés, porque no tomarme el café una vez está tibio, es un acto de amor conmigo. No me gusta el café tibio entonces no me lo tomo. Punto.
Yo voy por ahí diciéndole a la vida que yo la vivo como ella quiera que la viva, sin pelear con lo que me entrega, pero decidiendo yo cómo ese querer para ella, está bien para mí.
“Dime vida cómo quieres que te viva, que yo te vivo solamente”.
No.
Solamente no.
Yo te vivo como yo decida vivirte.
Hasta dónde, hasta cuándo, por qué sí y por qué no.
Porque la vida nos entrega muchas cosas.
Se lleva muchas otras.
Nos da muchas veces lo que no pedimos.
Pero lo que está,
está.
De la forma me encargo yo.
Y aquí unos gritos interrumpen este Fragmento.
Lo estoy escribiendo en un cafecito que queda lejos de mi casa.
Esta mañana dudé mucho si ir o no, pero cuando en mi mente me veía trabajando ese día, solo me veía ahí, veía el lugar, me veía a mí en él, y no me veía en otras opciones de cafés que suelo frecuentar.
Así que dije: no importa que quede lejos, allá voy a trabajar hoy.
Porque vuelvo: no siempre tenemos que guiarnos por lo racional, por la razón, por lo que nos dice nuestra mente, por lo lógico. El cuerpo nos habla y es un entrenamiento –y decisión– escucharlo.
Y pasada una horita de estar ahí, los gritos interrumpen este Fragmento porque un camión sin frenos viene hacia nosotras –hacia las mujeres que trabajan en el café y hacia mí–.
Yo estoy dándole la espalda a la vía entonces no entiendo qué pasa. Solo escucho los gritos y no alcanzo ni a moverme, ni a pensar, ni a entender, pero en un segundo el camión frena contra el barranco de enfrente.
El conductor lo pudo dirigir hacia allá y evitar el golpe contra nosotras.
No sé por qué elegí estar en ese lugar, hoy, por qué el imán tan grande arrastrándome hacia él esta mañana.
Pero no trato de entender: no todo hay que entenderlo.
Simplemente estuve ahí.
Y eso es lo que la vida hoy decidió entregarme.
Lo que sí pensé, fue, y aquí viene el cliché: la vida cambia en un segundo.
La vida NOS cambia en un segundo.
La vida en un instante nos dice: esto es lo que necesito que vivas hoy.
Y ahí es donde podemos decirle:
“Dime vida cómo quieres que te viva, que yo te vivo solamente”.
No.
Solamente no.
Yo te vivo como yo decida vivirte.
Porque la vida nos entrega muchas cosas.
Se lleva muchas otras.
Nos da muchas veces lo que no pedimos.
Pero lo que está,
está.
De la forma me encargo yo.
¿De qué forma vamos a decirle a la vida que vamos a vivirla?
Si un camión sin frenos estuviera viniendo hacia a ti en este momento, y no te golpea, y la vida te dice: puedes seguir aquí.
¿Qué le dices a la vida de vuelta?