Lo decido por mí 🐆
Esta semana no les iba a enviar Fragmento de tiempo porque estoy en la costa, en vacaciones, ayer fue miércoles, día en que se los envío, no se los envié, y dije: descansemos.
Pero escribir a mí no me cansa.
Escribir es mi casa.
Descanso estando aquí.
Me lleno con estas páginas.
Me inundan las palabras de todo lo que no existe una vez las escribo.
Pero, no sabía de qué escribir, así que no invertí mucha energía en tratar de hacerlo.
Y sin embargo, hoy apareció el tema.
Y en realidad, está conmigo desde hace más o menos tres años, con seguridad desde hace dos.
El tema es este (y no voy a darle muchas vueltas, porque me asusta, y frente al miedo, yo ya sé, que lo mejor es enfrentarlo de una vez):
Decidí no volver a depilarme las axilas.
Sí. Así.
Hoy, aquí en vestido de baño, tengo las axilas peludas.
Y me río escribiendo esto.
De los nervios, de lo raro, de lo loca que es mi vida.
Justo ahorita, y ayer, y todos estos días he pensado:
Luisa, ¿tú por qué eres así? ¿Por qué te haces esto a ti misma? ¿Por qué te complicas la vida?
Fuck.
Y en realidad, evalúo mucho esa complejidad.
Desde qué lugar me complico la vida.
Porque yo he sido experta en complicarme la vida.
Pero hay dos lugares desde los cuales podemos complicarnos la vida: desde el ego, o desde el amor.
Y esto es puro amor.
Así lo siento por ahora.
Así que más que complique.
Este es mi tipo de dificultad.
Y decido elegirla.
¿Por qué?
Porque si no existiera la sociedad. Si nadie más volviera a verme. Si viviera sola en un bosque, en una isla, en mi casa, jamás me depilaría las axilas.
Esto lo comprobé en el 2020.
Cuarentena.
Pasé toda la cuarentena, aproximadamente tres meses, sin depilarme las axilas. Estaba haciendo el experimento conmigo.
Y al final de esos tres meses, con las axilas peludas, cuando la cuarentena dejó de ser nuestra vida, concluí:
Solo me las depilo porque alguien más va a verme.
Y así fue.
Solo me las depilé cuando salí de mi casa y alguien más iba a verme.
No me dan asco los pelos, no me molestan.
Incluso, y por eso les estoy escribiendo esto, me di cuenta de que me gustan, me siento sexy con ellos.
Me gusta conectarme con ese aspecto salvaje de mí misma.
Con ese aspecto ancestral.
Con esto que me hace sentir mujer, animal, humana.
Cuando estoy sola, me encantan.
Lo empiezo a dudar, cuando alguien va a verme.
Y acá me pregunto:
¿Por qué?
¿Por qué en los hombres es normal, atractivo incluso, y en las mujeres es asqueroso?
¿Por qué?
Porque eso fue lo que nos enseñaron.
Así de sencillo.
Justo ahorita, mi tía, con quien estoy aquí en la costa, me decía: pero es que no se ve bonito.
Y yo le respondía: obvio.
Obvio no se ve bonito. Porque nunca lo has visto. Porque has aprendido otra cosa. Porque no estás acostumbrada. Porque ese es el condicionamiento.
Lo mismo me pasa a mí.
Y por eso la entiendo a ella.
Me encanta cuando me miro al espejo.
Me siento salvaje, me siento yo, me siento libre.
Pero cuando me veo en una foto: “se ve horrible”.
Ese es el condicionamiento.
Ese es nuestro cerebro que no es nuestro.
Y yo quiero que mi cerebro sea mío.
Yo quiero que mi vida sea mía.
Así que hace como un mes, tuve una conversación con mi mamá.
Estábamos almorzando, ella y yo, y le dije:
Te tengo que decir algo. Es una decisión que está tomada. No quiero que te escandalices. Te lo estoy contando porque ya lo decidí, y no quiero que trates de convencerme de otra cosa, que me des argumentos, que te sorprendas cada que me veas. Lo decidí porque es importante para mí.
Mi mamá pensó que le iba a decir que estaba embarazada, que me iba a ir a vivir sola.
Decidí no volver a depilarme las axilas, le dije.
Como si fuera la noticia más grande del planeta.
Lo fue para mí.
Pero no debería serlo.
Ayer tuve la misma conversación con mis tías.
Una de ellas me dijo: pensé que nos ibas a decir que habías decido tener un bebe in vitro o que te ibas a ir a vivir sola.
Y justo ahorita esa misma tía me decía:
Lo que pasa es que no es que tú seas rara.
Es que tú estás adelantada en el tiempo.
Y yo le respondí:
Exacto.
No es que esto sea raro, es que simplemente yo estoy adelantada en el tiempo.
En el tiempo (y esto lo anhelo con todo mi corazón), seremos quienes queramos ser, y nadie tendrá problema con que lo seamos.
En el tiempo, sabremos qué es lo que nos hace felices, y no nos asustará que alguien no lo sea porque lo seamos.
En el tiempo, decidiremos por nosotras, y no por lo que alguien más quiera que decidamos.
Yo estoy decidiendo por mí, y no por lo que los hombres, por lo que mi mamá, mis tías, mi familia, mis amigas, mis amigos, la gente, el resto del planeta, quiere, y cree que es lo normal.
Fuck normal.
Es muy asustador, aunque la decisión esté tomada.
Se lo contaba a mis Escritoras hace más o menos un mes.
Tenía un paseo a la costa con un combo de amigos hombres. Y aquí repito: cuando estoy conmigo no hay lío y o hay duda. Cuando existe el potencial de que alguien me vea, todo (casi) se viene abajo.
Así que le decía a mi grupo de Escritoras:
Esto es muy vulnerable para mí (contárselos, y la experiencia). Pero les conté toda la historia, y luego concluí: No sé si depilarme o no. Les cuento cuando vuelva.
Y no me depilé.
Se los conté al volver.
Fue mi primer gran paso.
Fue la primera vez en que estuve dispuesta a que alguien me viera tal cual soy.
Pero aun así, hacía fuerza: trataba de no alzar mucho los brazos, me volteaba para cogerme el pelo. No estaba cómoda. No me sentía bien.
Obvio.
Pero fue un primer gran paso.
Un segundo gran paso, fue contarle a mi mamá.
Un tercer gran paso, fue contarle a mis tías.
Un cuarto gran paso, ha sido estar aquí, en la costa, alzando los brazos, cogiéndome el pelo, sin esconderme.
Un quinto gran paso, es estar escribiéndoles esto.
Porque para eso es nuestra vida: para que demos pasos.
Pasos que nos asustan.
Pasos que nunca hemos dado.
Pasos que no sabemos si son los nuestros.
Pero esta vida es para eso, para descubrirlo.
Para recorrerlos.
Y para caminar.
Así que aquí estoy: caminando.
Y no sé qué pase mañana.
No sé si el miedo me gane y ante una salida con amigos, con un potencial novio, con amigas, con gente, me depile.
No sé hasta cuándo dure.
No sé si ya no hay retorno (lo espero).
No sé cómo vayan a verse estos pasos.
Lo que sí sé: es que los estoy dando.
Y espero, que nunca paremos de caminar.
Que busquemos vidas que sean nuestras.
Que construyamos vidas que lleven nuestros nombres.
Que nuestras mentes sepan que hemos llegado,
que no estamos aquí para hacerles caso,
que nuestra labor es desafiarlas, desafiarnos, desafiarlos,
y vivir vidas que ni nos imaginamos.
Que cada día seamos un poco más libres.
Que la felicidad nos encuentre haciendo lo que nos asusta,
porque aprendimos que desde ahí es que nos habla el amor.
Y que nos atrevamos a compartirlo,
para que en otros corazones
–y en los nuestros–
nos encontremos.
¿Lo decidimos por nosotras?
P.D. Para empezar a dar pasos que sean nuestros, para empezar a decidir por nosotras:
Escribir para sanar mayo. Hay precio especial en este momento ⚡
Nos vemos del mismo lado 😍✍🏼❣️