Resistencia & Decisiones 👣

Iba a escribir que es imposible escribir con ruido.
 
Pero es posible.
 
Y cuando digo ruido, no me refiero al ruido literal, me refiero al ruido que está en la mente.
 
Es posible escribir con ruido literal y con ruido mental,
 
pero es mucho más difícil.
 
Y cuando hablo de ruido que está en la mente, no me refiero a aquel ruido que pide ser escrito, descargado, visto, alquimizado –el que necesita que lo escribamos–.
 
Sino a aquel ruido que nos impide conectar con eso que está en nuestra mente, para poderlo escribir.
 
Ese ruido son las distracciones, las sobrestimulaciones, el movernos de aquí para allá sin un segundo para parar.
 
Así me he sentido aquí: no sin segundos para parar –porque hemos parado mucho– pero con muchos estímulos que le hacen creer a mi mente que el sosiego es la opción menos atractiva,
 
ese sosiego que a falta de ruido que duele –y coexistiendo con opciones más atractivas– nos dice que no hace falta escribir.
 
Estoy aquí, sentada incluso, sin querer escribir.
 
Queriendo estar adentro con mis tías y mi mamá, tomando vino, subiéndoles historias a Instagram, respondiendo mensajes, hablando de mucho y de nada.
 
Ese es el ruido mental que nos impide conectar con eso que está en nuestra mente, para poderlo escribir.
 
Pero como en esta vida en un punto ya vemos lo que nuestro cerebro hace.
Como en esta vida ya somos conscientes –o podemos serlo– de los mecanismos que usamos para no hacer lo que nos hace bien.
Como en esta vida podemos elegir atravesar la resistencia y tomar el mando de esa vida que es nuestra.
 
Yo me siento aquí, en este balcón mirando al mar, y escribo.
 
No porque tenga que escribir,
porque no tengo que hacerlo.
 
No porque necesite escribir,
porque no lo necesito –en este momento–.
 
No porque haya algo malo con no escribir y estar ahí adentro haciendo nada,
porque no hay nada de malo en ello.
 
Pero porque esto es importante para mí.
 
Y porque no quiero una vida llena de ruido.
 
Y porque en medio del ruido, yo quiero parar.
Y escuchar el silencio un ratico.
Y escribir lo que mi mente me dice, cuando no hay gritos.
 
Porque la escritura no está aquí para nosotras solo cuando algo necesita ser escrito –cuando nos grita–.
La escritura sigue estando aquí para nosotras, cuando no hay nada por decir –cuando hay silencio–.
 
Y en ese no hay nada por decir, siempre habrá algo que no ha sido dicho,
siempre habrá algo de lo que el silencio nos quiere hablar.
 
Porque si vivimos un día y no vemos nada nuevo,
we can look harder
podemos mirar mejor.
 
Porque si nos hemos quedado vacías,
significa que nos podemos empezar a llenar.
 
No de más ruido
porque eso es lo fácil, lo cómodo, lo rápido, lo que nuestra mente quiere hacer.
 
Sino de lo que requiere un poco más de nosotras
de lo que nos habla de las rutas menos transitadas,
de lo que nos pide parar, sentarnos y decir:
 
Wow, del otro lado de esto difícil, todo este tiempo, ha estado el amor
y aquí, en este instante, lo estoy sintiendo.
 
En un punto, creo que justo cuando les escribí que estaba aquí sentada sin querer escribir, llegué ahí, al otro lado de lo difícil,
y estas palabras las fui escribiendo sin pensarlas tanto y aquí estoy ya, a partir de entonces, sintiendo todo ese amor.
 
Ese amor que solo llega cuando lo hemos cultivado.
Ese amor que es amor porque lo hemos hecho nuestro.
Este amor que es nuestro porque decidimos
 
hacer algo distinto cuando lo fácil sería hacer lo mismo.
 
¿Elegimos diferente?

Para empezar a ver –o ver con más profundidad– lo que nuestro cerebro hace; para ser conscientes –o serlo con más profundidad– de los mecanismos que usamos para no hacer lo que nos hace bien; para atravesar nuestras resistencias y tomar el mando de esa vida que es nuestra,
 
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Nos vemos –pronto– del mismo lado ✍🏼❣️