Paradojas 👐
Me ha aterrorizado usar mi voz, y en mi voz está mi don.
Escribí esto hace dos días en mis notas del celular, ya no recuerdo muy bien en qué contexto.
Y al momento de sentarme a escribir este Fragmento, como siempre, la cantidad de temas que dieron vueltas por mi cabeza, que pasaron, saludaron, y no apunté, se esfuman, y aquí, en este instante, queda solo este:
paradojas.
Y si este es el que queda, si este es el que está, y no se va, y no se va, es porque este es.
Me acuerdo de una Escritora que alguna vez me decía que era muy introvertida, pero que su trabajo era muy comercial, que la retaba mucho.
Una de mis clientes de coaching 1:1 tiene un rol de líder, y lo que más le cuesta es reconocer que ese liderazgo existe dentro de ella.
Y cada persona con la que me he cruzado en mis cursos que tiene un universo en llamas, mágico y lleno de colores por dentro, de alguna forma se ha encargado de que nadie se entere de que ahí hay rastros de color.
Justo hoy lo pensaba al mirar mi rinconcito mágico:
Luisa, cómo es posible que tú te hayas encargado de negar tanto tiempo lo que eres, la magia que te habita, si mira este rincón que tienes aquí inundado de chispas.
Vuelvo a la primera paradoja:
Me ha aterrorizado usar mi voz, y en mi voz está mi don.
“El universo entierra extrañas joyas preciosas dentro de todos nosotros y luego se hace a un lado para ver si podemos encontrarlas.”
Elizabeth Gilbert
Ahí está la paradoja: lo que brilla está enterrado. Muchas veces no sabemos que hay algo por desenterrar. Y una vez lo sabemos –o creemos saberlo– nos asusta desenterrarlo.
But we better start digging.
Pero es mejor que empecemos a cavar.
Yo empecé a cavar (sin saberlo) a los 10 años.
O más bien, una de mis profesoras en ese entonces, sabía que había algo muy precioso por desenterrar, y me impulsó a empezar a hacerlo.
¿A desenterrar qué?
Mi voz.
Mi voz estuvo enterrada toda mi vida.
Pánico de hablar en público.
Miedo a hablar en un grupo.
Miedo a hablar.
Punto.
Este fin de semana, y se lo contaba ayer a mis Escritoras/es de La vida que escribimos, viví una situación con un amigo en la que sentí rabia y tenía dos opciones:
Hacer lo que siempre quiere hacer mi automático (no decir nada)
Hacer lo que nunca quiere hacer mi automático (decir algo)
Elegí decir algo.
Elegir usar mi voz.
Y este ejemplo no da cuenta de mi voz como don (decir que tengo rabia no tiene relación con el don), pero sí da cuenta de la importancia de usar mi voz en mi proceso de aprendizaje.
Así que a la línea con la que comencé este Fragmento, podría sumarle algo más:
Me ha aterrorizado usar mi voz, y en mi voz está mi don, y en mi voz está mi aprendizaje.
Se resume en esto:
En usar mi voz.
En desenterrarla.
Como don: compartir lo que tengo adentro.
Como aprendizaje: no tragarme lo que es importante para mí expresar.
Así que,
¿Qué puedes desenterrar?
¿Cuáles son tus extrañas joyas preciosas?
¿Cuál es tu aprendizaje?
Let’s start digging.
Empecemos a cavar.
PD. Metamorfosis, pronto.