Estoy sin palabras.
Antes de empezar a escribir este Fragmento, dije: voy a devolverme al primer en vivo de este año, para ver hasta cuándo es que iba mi compromiso conmigo de hacer los en vivos semanales.
Me devolví y lo vi.
Corazón en shock.
Ojos abiertos.
¿Quién es ella?
Soy yo hace seis meses (31 de enero de 2022) y se siente como si hubieran transcurrido Cien Vidas desde entonces.
–Y es que he vivido tantas vidas, desde que nací, y en estos seis meses, que tuve que grabar un episodio del podcast que lleva ese nombre, y hoy, meses después, podría grabar otro, que se llame igual–.
Al terminar de ver ese en vivo, Instagram automáticamente te lleva al en vivo más reciente, y pude ver el contraste entre la Luisa de enero y la Luisa de hace dos días, y volvió la pregunta pensando en el en vivo de hace seis meses:
¿Quién es ella?
Y seguí bajando, pasando por en vivo y en vivo, por video en video, hasta llegar al primer video en el que salí hablando en mi cuenta (más allá de historias).
16 de diciembre de 2019.
¿Quién es ella?
Aparte de no reconocerla, incluso, me dolió un poquito, verla.
Su incomodidad, su distancia, su coraza tan fuerte, su represión de su sonrisa, de su espontaneidad, de su ternura, de su brillo, de lo que ella es.
De lo que somos.
De lo que soy.
Y sin embargo.
Esa Luisa es la que he sido.
Esa Luisa es la que he necesitado ser.
Esa Luisa es la que ha vivido el proceso que nos ha traído a esta nueva Luisa.
Esa Luisa es todo lo que le iba a permitir, a la nueva, a la de hoy, a la de Cien Vidas después, nacer.
Y qué nacimiento dios santo jejeje.
Me he parido a mí misma.
Desde el 2015 en que todo esto comenzó.
Desde el 2005 en que mi niña de 11 años empezó a sentir que había algo mal en este planeta, con ella, con todo, y que no iba a poder.
Y desde que decidí hacer algo distinto con mi vida.
Lo que ocurre, también, es que,
en el 2019 ya llevaba dos años recibiendo información distinta.
Ya llevaba dos años sabiendo que no había nada mal con este planeta.
Y permitiéndome anclar que no había nada mal con ella (conmigo).
Y aún así.
La coraza, la incomodidad, el miedo, la distancia, la represión de todo lo que ella es (de lo que somos).
Pero esos son los procesos.
Y los procesos son como necesitamos que sean.
Y por esos mismos procesos y por estas Cien Vidas es que hoy sé y hoy puedo decir desde todo lo que soy y desde todo lo que voy siendo:
Es posible.
Y en ese primer en vivo de este compromiso conmigo de hace seis meses de lo que hablé fue de cumplirnos, de la decisión compartirme, y de celebrar.
Y seis meses después ha nacido un programa nuevo que se llama Cumplirnos, me he compartido sin tregua, y sin pausa, sin la coraza y con mis ojos y con mi sonrisa y con mi ternura y mi espontaneidad.
Y he celebrado y sigo celebrando todo lo que estas Cien Vidas me han entregado.
Y hoy las traigo –a ustedes– conmigo.
Y hoy no me canso de escribirles y de recordarles y de decirles que hemos sido quienes hemos sido, quienes hemos necesitado ser, pero que podemos ser quienes queramos ser, cuando lo decidamos.
Antes no lo creía.
Hoy lo creo.
Porque voy siendo todo lo que pensé que no estaba trazado en el cielo para mí.
Hoy ya creo que no hay tal cosa como trazado en el cielo.
Hoy ya sé que quienes pintamos sobre las nubes,
somos nosotras.
Y que quienes se encargan de construir el cielo
–su cielo–
sobre la tierra
–nuestra tierra–
somos nosotras.
Y por eso las invito con mis brazos abiertos y mi corazón expandido y mis ojos mirando el cielo que hoy me rodea, a unirse a nosotras en Metamorfosis, porque este camino apenas comienza.
Y si Metamorfosis no es un SÍ en sus cuerpos, las invito a unirse a Cumplirnos (hombres también bienvenidos),
porque nos queda todo por recorrer, y porque cumplirme, entre tantas otras cosas (que se las enseño todas) es lo que ha cambiado mi vida.
Lo que me permite preguntarme al mirar mis en vivos recientes, de hace un día, de hace dos días, de hoy:
¿Quién es ella?
Y responderme
Soy yo.
¿Nos convertimos en quienes somos?
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