Duelo, cuerpo & corazón 🌀
Uno de los gestos conscientes que llevo a cabo, que ahora se ha convertido en un gesto habitual, es llevarme una mano al corazón.
Digo consciente porque no es algo automático. No es un gesto con el que nací. No es un vicio. No es heredado.
Es consciente porque decidí incorporarlo a mi vida.
Y habitual porque ya mi cuerpo tiende a él sin tender que pensar en él.
Es mi gesto para decir gracias con mi cuerpo.
Es mi gesto para despertarme y acompañarme mientras me despierto.
Es mi gesto para sentir.
Y esto último lo descubrí ayer.
Lo descubrí porque estaba recibiendo clase y nos invitaban a hacer un ejercicio somático de volver a nuestro cuerpo de la forma en que se sintiera bien para nosotras,
y lo que se sentía bien para mí en ese momento era llevar mi mano a mi corazón.
Y al llevarme la mano al corazón, empecé a llorar.
Había llorado el día anterior.
Y volví a llorar ayer, en ese momento, detonada –o invitada– por esa mano sobre mi corazón.
Fue como si se encendiera un switch: instantáneo, como si mi cerebro hubiera recibido un mensaje:
Luisa está conectada con su corazón en este momento. Podemos llorar.
O más bien, lloramos, porque estamos conectadas con nuestro corazón.
Y es ese corazón el que nos sostiene mientras atravesamos nuestros duelos.
Y es ese corazón el que duele mientras dolemos.
(Y profundizaremos mucho en esto, y en la mano sobre el corazón, en Maleza).
Es tan loca la vida.
Y por loca quiero decir mágica.
Y por mágica quiero decir perfecta.
Aun con todo el dolor.
O más bien: por él, con él, gracias a él.
A lo que me refiero es, y esto es lo que pensaba ayer:
De alguna forma, todos estos últimos días, fueron de volver a mi alegría, a mi celebración, a mi música convertida en baile, a mi poder vivir como venía viviendo, otra vez.
Pero ayer, y antier, fue como si de la nada en medio de un partido de futbol el balón me hubiera pegado en el estómago y dejado sin aire.
Volvieron las punzadas de dolor, con él las lágrimas, con él los gritos, con él los golpes, con él el vacío y todo lo que parecía haberse hecho a un lado.
Así funciona el duelo.
No es lineal.
No tiene noción de tiempo (aunque el tiempo es su más grande aliado).
No entiende de cronologías.
Simplemente,
existe,
porque necesita existir,
mientras su presencia,
sea necesaria.
Y lo loco (mágico, perfecto) es que ayer, y antier: lloraba, gritaba, me sentía desgarrar, y a los minutos, sonreía otra vez. Estaba bien otra vez.
Seguía con mi música convertida en baile otra vez.
Como si la Luisa llorando de hace unos minutos fuera otra Luisa, viviendo otra vida, distinta a la mía.
Pero la magia, es que precisamente es la misma Luisa, la misma vida.
Solo que ahora sé cómo todo puede coexistir, y lo permito, y como lo permito, y no peleo, ni lo racionalizo, ni lo freno, ni me culpo, llega la emoción, la siento, y así mismo se va.
Esa es la magia del trabajo que hacemos con nosotras:
Que podemos seguir viviendo las mismas situaciones (o distintas, más fuertes, o más grandes, o más complejas, o más desconocidas, o igual de dolorosas, o igual de confrontadoras),
pero ya las vivimos de forma diferente.
En últimas, ya nos permitimos vivirlas.
Y cuando nos permitimos vivir lo que la vida nos entrega,
lo vivimos más rápido,
lo atravesamos más rápido,
encontramos la otra orilla sin perdernos tanto.
No porque el tiempo aquí sea lo importante.
Pero precisamente porque no nos enfocamos en el tiempo (“que se acabe rápido, que esto se solucione, que alguien me salve, que esto deje de existir”).
Y cuando dejamos de ejercer presión sobre el tiempo: es decir sobre la vida, es decir sobre nosotras,
la vida capta el mensaje de que no estamos peleando, y al dejar de pelar, y al simplemente vivir, y permitir, y sentir,
todo va pasando.
Y va volviendo.
Y va pasando.
Y va volviendo.
Pero al final, siempre pasa.
Pero como no tenemos el final –todavía–
y como solo tenemos el ahora –siempre–
podemos decirle a ese ahora:
“Dime cómo quieres que te viva,
que yo te vivo solamente”.
Y lo vivimos solamente.
Y recordamos.
Que vamos a estar bien.
Que el amor es real.
Que las cosas buenas suceden.
Que los milagros existen porque aquí estamos respirando y escribiendo y leyendo.
Y si eso no es un milagro
¿Qué puede serlo?
Y recordamos.
Que todo puede coexistir.
Y que nos sostenemos,
mientras todo lo que necesite coexistir,
existe.
Existe,
porque existimos nosotras.
Y estamos aquí,
para vivirlo todo.
¿Lo vivimos?
PD. Tengo que volver a hacer énfasis en que hay muchaaa magia ocurriendo en mi mundo en este momento, y tienen distintas opciones para ser parte de la misma:
En menos de una semana empezamos Cumplirnos⚡ (Hombres también bienvenidos).
En septiembre nos encontraremos en Maleza 🧝🏾♀️🌻 (escríbeme para la info disponible por el momento, el valor va a subir una vez revele más detalles, hombres también bienvenidos).
Y en septiembre también crearemos mucha magia en Valentía Mastermind. Les grabé un video contándoles todos los detalles, puedes verlo aquí ❤️🔥🌞 (Solo para mujeres).
PDD. Valentía Mastermind incluirá todos los programas mientras estemos juntas YYY si ya son parte de Cumplirnos, lo que hayan pagado –o vayan a pagar– se abonará a su inversión para la Mastermind 😍❤️🔥