Amores gigantes ☔
He tenido grandes amores en mi vida.
Este Fragmento lo iba a empezar escribiendo:
He tenido dos grandes amores en mi vida.
Sé que han sido más.
Pero sé que se siente como si esos hubieran sido los mas grandes.
Lo han sido.
Lo son.
Se fueron ambos.
Dejaron de estar.
Les he hablado tanto de las coexistencias, y hoy lo vuelvo a hacer, porque parece que esa es una de las palabras que la vida tenía preparada para mí, para este año, para estos meses, y por eso es casi que de lo único que puedo hablar.
Desde julio una frase que vuelve y vuelve a mi mente, y no se va, es:
How do I let go of a love this big?
¿Cómo dejo ir un amor tan grande?
Y siempre me respondo:
I don’t.
No lo hago.
No lo dejo ir.
Al lado de esos dos grandes amores de mi vida.
Ha habido dos grandes dolores en mi vida.
O más bien.
Esos dos grandes amores se han convertido en mis más grandes dolores.
You are the biggest heartbreak of my life
Eres el corazón roto más grande de mi vida
es otra de las frases que ha estado rondando en mi mente desde hace un par de meses.
Y vuelve y aparece hoy, desde hace un par de días.
Y desde hace un par de meses, y hoy también, lo que yo hago es que le doy la vuelta a esa frase en mi mente.
No.
No eres mi corazón roto más grande.
Porque sigues siendo mi amor más grande.
En presente.
En una de mis historias en instagram les escribía que este fin de semana había sido un fin de semana lleno de emociones.
Lo fue.
Y esas emociones me siguen acompañando hoy, un par de días después.
Emociones tan profundas que me han estado permitiendo sentir tan profundo; mucho dolor, y por eso he estado llorando mucho (esto es lo que no se ve).
Pero al lado de ese dolor, ha existido un corazón muy tranquilo, también.
Un corazón feliz.
Un corazón que respira un poquito más fácil que hace un par de años.
Pero un corazón doliendo, por lo que este fin de semana revivió,
por lo que no se ha ido desde hace unos meses, cuando empezó.
Escribía por ahí en mis notas y seguro se convertirá en un post:
No es dolor, pero tampoco es alegría.
Es una mezcla de las dos.
¿Y cómo pueden existir las dos?
Así.
Coexistiendo.
Porque en el corazón, y en la vida,
hay espacio para ambas.
Para todo.
Para nosotras completas.
Si tienen mi poemario,
las invito aquí a devolverse a una de las primeras páginas con la frase que no es mía, la que empieza por “Moe”.
Esa frase encierra parte de la que ha sido mi conclusión.
Lo que grabé en una nota de voz hace dos días porque iba manejando inundada por emociones, por tristeza, por dolor, por llanto.
Y como manejando no puedo escribir, hablo.
Me hablo a mí.
Le hablo a un aparato que recibe lo que tengo por decir.
Y después, si quiero, como lo quise hoy, lo escribo.
Mi conclusión, a lo que sigo llegando, después de un par de meses, y después de varios años, es:
No hay forma de que deje ir a este amor tan grande.
No hay forma.
Por más de que trate, no hay forma de dejarlo ir.
Y esto puede sonar a resignación.
Pero en realidad lo que ha significado para mí,
es libertad
permiso
para sentir lo que no puedo evitar sentir.
y para dejar de seguir peleando contra lo que siento.
También está en alguno de los poemas del libro:
El darme cuenta,
de que era mejor parar de pelear,
y saber que hay amores a los que voy a amar toda mi vida,
y que así está bien.
Because there is no letting go of a love this big.
Porque no hay forma de dejar ir a un amor tan grande.
Lo que sí puedo dejar ir, y aquí hablo para todas:
Es el sufrimiento.
El aferrarnos a lo que pudo haber sido
y no fue,
el aferrarnos a lo que hubiéramos querido que fuera,
el aferrarnos a la idea de que algo mágico ocurra para que todo cambie,
para que lo que fue deje de ser
para que lo que es deje de ser
para que no exista lo que existe,
o para que exista lo que dejó de existir.
Lo que sí podemos dejar ir, en caso de que haga parte de la escena:
Es la culpa, el látigo, el cargar pesos que no son nuestros,
y que la vida, el cielo, el tiempo, el sol, no quieren que carguemos.
Lo que sí podemos dejar ir,
Es la creencia de que solo podremos ser felices si algo cambia.
Si las cosas vuelven a ser como eran.
O si las cosas se transforman en algo completamente distinto a lo que son.
Ese es el sufrimiento: pelear con lo que hay.
Contarnos historias sobre lo que ha sido y lo que pudo ser.
Y así dejar de vivir lo que es.
El dolor, en cambio, nos trae devuelta a nosotras.
Y el permiso para sentir ese dolor, nos da la libertad para seguir caminando,
sin pelear con él.
Y cuando dejamos de pelear
vivimos
con todo lo que la vida nos entrega
tal como la vida
quiere que la vivamos.
¿La vivimos?
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