Hojas en blanco 📇
«A mí también me asusta la hoja en blanco», fue la primera frase que vino a mi mente al sentarme a escribir este Fragmento. Y me acordé de una frase que dijo alguna vez Gabo:
«La hoja en blanco es la cosa más angustiosa que conozco después de la claustrofobia».
Y esto me llevó a pensar, más allá de la escritura, en la hoja en blanco como la vida.
Y cómo a tantas puede asustarnos tanto la vida, porque es como una hoja en blanco.
Está todo por escribirse.
¿Cómo escribir, partiendo de cero, sin saber cuál será el resultado, sin saber qué terminaremos escribiendo, sin saber si saldrá bien, legible, jugoso, intrigante, placentero, nuestro, posible?
¿Cómo escribir toda una historia, sin nadie que nos diga qué escribir, cómo, cuánto, de qué forma?
¿Cómo escribir algo, sin saber si alguien siquiera va a leerlo, si lo va a entender, si le va a gustar?
La hoja en blanco, y la vida, en ese sentido, son sinónimos.
No lo sabremos, hasta que empecemos a escribir.
No sabremos qué vamos a vivir, hasta que lo vivamos.
No sabremos el cómo, el cuándo, el dónde, hasta que hayamos descifrado el cómo, y hasta que el cuándo y el dónde, nos hayan encontrado.
Pero solo nos encontrarán, caminando.
Es decir, escribiendo.
Es decir, viviendo.
No vimos antes de vivir.
No sabemos antes de saber.
No escribimos antes de escribir.
Escribimos cuando escribimos, y algo tan lógico, puede ser muy difícil de entender (y de aplicar).
Porque esto es lo que hacen nuestros cerebros humanos:
Querer saber lo que es, antes de que sea.
Tener las respuestas, antes de atrevernos a formular las preguntas.
Descifrar el cómo, antes de dar los pasos para llegar a él.
Y así no funciona la vida, aunque instamos toda un vida en que funcione así.
Dejemos de insistirle a la vida que nos entregue algo que no nos puede entregar, y empecemos a vivirla, empecemos a escribirla, empecemos a decidir que la hoja en blanco se llene de letras, una a una, hasta que se vayan conformando las palabras, y así las frases, y así los párrafos, y así la suma de hojas, que en retrospectiva, nos entregará el cómo, el cuándo, el dónde.
Y lo sabremos, cuando lo sepamos.
Cuando lo hayamos escrito.
Cuando lo hayamos vivido.
Y lo único que esa hoja en blanco nos pide, es que empecemos.
Yo no tenía idea qué iba a escribir cuando apareció esa primera frase en mi mente:
«A mí también me asusta la hoja en blanco».
Lo sé ahora, que lo he escrito.
Pero jamás lo habría sabido, si no hubiera empezado a escribir.
Yo no tenía idea qué iba a ser de mi vida en el 2019 cuando empecé este camino de regreso a casa (sin saberlo).
Lo sé hoy, que lo he recorrido.
¿Y saben cuál fue una pieza fundamental del engranaje, que empezó antes de que todo empezara, en el 2017?
Mi Instagram.
Mi Instagram me ha traído aquí.
O más bien: lo que yo he decidido hacer con ella, todos los días.
Instagram, y nuestras redes sociales, son una hoja en blanco, que llenamos día tras día, publicación tras publicación, en vivo tras en vivo, historia tras en historia.
Pero como ya sabemos que las hojas en blanco nos cuestan, y nos asustan, por eso es que la mayoría desiste, y deja de escribir (o no empieza).
Pero estamos aquí para hacer cosas valientes.
Para dejar de hacer parte de la mayoría.
Para dejar de complicar, lo que nos cuesta.
Y para escribir historias de nuestras vidas que blow our own damn minds.
Empezamos Social Media Academy, mi primer programa de Business Coaching, Redes sociales & Emprendimiento, en menos de una semana.
Nos vemos del mismo lado, para revolucionar nuestros emprendimientos, nuestras redes, y llegar al siguiente nivel.
Yo ya he recorrido el camino y lo recorreré hasta el final.
¿Lo recorremos juntas?
Menos páginas en blanco. Más letras.
Es decir, más vida ❤️🔥