Introversión. La magia de aceptarnos como somos 🌞
Hace un par de días les escribí un post sobre la introversión, porque hace un par de días terminé un libro sobre la introversión llamado Quiet de Susan Cain.
Me acuerdo de que lo vi este año hace ya muchos meses, me llamó la atención, pero no lo compré.
Después lo volví a ver, me seguía llamando la atención, pero había cierta resistencia a comprarlo, la cual tengo escrita.
En mi libreta anterior, antes de empezarlo, escribí algo como lo siguiente, (que les transcribiría textual, pero desafortunadamente no la tengo aquí conmigo):
Siento miedo, y no sé si es un miedo alertándome de que este libro me va a entregar una etiqueta más, y yo hace mucho tiempo decidí dejar de usar etiquetas, y por eso lo que siento está tratando de decirme que es mejor no leerlo, para no entrar ahí.
O no sé si es un miedo que me habla de amor, que me habla de que aquí hay algo importante para mí, algo revelador, algo grande.
Y hoy ya entiendo desde qué lugar venía el miedo: desde el amor, por los descubrimientos sobre mí que me iba a entregar. Desde la vocecita que sabía que era un libro importante, antes de yo saberlo.
Y es que eso es lo que ocurre con lo que tiene el potencial de ser grande en nuestras vidas: nos asusta.
Les voy a replicar aquí el post que les subí, para continuar partiendo de ahí:
Una de las grandes heridas de mi vida ha sido mi introversión, mi personalidad retraída y “callada”, mi timidez en mi infancia y adolescencia. Crecí sintiendo que había algo mal conmigo, algo deficiente, insuficiente, reprochable, anormal.
Porque en un mundo (occidental) donde se valora y alaba la extroversión, vivir sin serlo, es muy doloroso.
Conlleva una búsqueda permanente por ser alguien que no somos, un esfuerzo permanente por hablar y participar en entornos en los que no nos sentimos cómodas, una necesidad constante por estar a la altura de lo que la extroversión nos dice que debemos ser.
Sin lograrlo.
Por eso, es que la introversión ha sido el gran tema de mi vida.
Primero, desde la herida y el rechazo, desde afuera, y propio.
Hoy, desde la exploración, desde la búsqueda por entenderme, y desde hace ya varios años, desde la radical aceptación hacia mi forma de ser.
Sin lograrlo.
Porque en un punto en mi trabajo interior, de autoconocimiento, coexistía permanentemente el dilema de:
¿Será que soy así porque así es mi ego y por ende esto no es real en mí y tengo que cambiarlo?
¿O será que soy así, porque esto hace parte de mi esencia?
Con este libro el dilema se esclareció.
La introversión hace parte de mi esencia.
Y voy a interrumpirlo acá para detenerme en esta parte.
Cuando hablo de dilema, me refiero AL dilema.
Desde mi trabajo interior, desde mi entrenamiento en autoconocimiento, permanentemente, como lo escribo arriba, coexistía en mí ese dilema entre no saber si la introversión era real en mí, o si era parte de mi ego (coraza, máscara, mecanismos aprendidos en la infancia como forma de protección y defensa), o si era real, un rasgo que hace parte de quien soy (esencia).
Durante muchos años, pensando en el trabajo de ego (llevar a cabo acciones conscientes y voluntarias diferentes a las de nuestro automático para vivir vidas que verdaderamente sean nuestras, y no de nuestro ego), pensaba:
Si mi introversión hace parte de mi ego, si es algo automático, de alguna forma tengo que dejar de serlo, ser un poquito más sociable, hablar un poquito más, o hablar un poquito más duro, o relacionarme más con grupos de gente.
Con este libro entendí que no.
Que la introversión no hace parte de mi ego: hace parte de quien soy.
Y que la forma que tengo de relacionarme, de socializar, de hablar, no es insuficiente o precaria o anormal (esto fue lo que aprendí, porque nuestro mundo occidental vive regido por algo llamado “ideal extrovertido”), simplemente, es UNA de las formas que existen de relacionarnos, socializar, hablar, dependiendo de si somos personas introvertidas o extrovertidas.
Y que no significa, por ejemplo, que por ser introvertida, haya falta de relaciones en mi vida o intimidad o incluso ausencia de palabras: por el contrario, una forma de ser introvertida, prioriza, las relaciones reales, con mucha intimidad, por encima de la frecuencia/intensidad/cantidad en los encuentros sociales, y, es abundante en palabras, dependiendo del contexto y de las personas (aunque esto ya lo sabía).
Este libro me permitió entender, por qué por ejemplo aparentemente soy tan “extrovertida” en mi trabajo: hablar en público, aparecer, ser vista, con toda la contundencia y la seguridad y la fluidez del caso, como si el miedo fuera un desconocido (una vez empiezo), como si hablar en público fuera aquello para lo que nací (lo es).
Y por qué, cuando se trata de espacios sociales con grupos de gente, en los que no estoy trabajando, esto cambia (un club de lectura, por ejemplo, o un taller como participante, o una invitación a una fiesta en la que hay mucha gente y no conozco a la mayoría, o incluso, una interacción con una sola persona a la que no le tengo confianza, con la cual el tema de conversación es algo trivial).
Y entenderlo, ha sido un regalo del cielo, porque antes, me juzgaba por ello.
Soy dos personas distintas.
Esto de aquí no es real.
No soy capaz de ser así en otros escenarios y por ende sigue habiendo algo mal en mí.
Ahora entiendo.
Ahora sé que no soy solo yo.
Ahora sé que no hay nada de malo, insuficiente, “falso”, en ello.
La introversión hace parte de mi esencia.
YYY, mi trabajo interior, mi valentía, ha consistido en darle vida a aquello inimaginable, pensando en una forma de ser como la mía (introvertida).
Pero darle vida a aquello inimaginable, no me pide que deje de ser yo, no me pide ignorar mi esencia ni forzarme a interactuar de formas que no son las mías (en grupos grandes, de temas intrascendentes, con mucha intensidad y frecuencia, ni con personas desconocidas).
Lo que me pide es interactuar de una forma alineada para mí, ser como soy, y saber que ese ser como soy, es precisamente lo que me permite darle vida a resultados extraordinarios.
Porque una cosa es no permitir que algo que hace parte de nosotras nos limite (como la elección que hice al decidir que mi trabajo sería hablar en público e interactuar con personas todo el tiempo, siendo introvertida).
Y otra cosa es pelear, juzgarnos, achiquitarnos, porque, aunque no nos limitemos, seguimos sin ser como el mundo nos dice que debemos ser, y porque en otros contextos (nuestra vida en general), la introversión sigue (y seguirá) siendo, nuestro blueprint, nuestra huella, nuestra constitución energética.
Y lo cierto, es que sí, siempre he sido una persona rara.
Pero ese es mi superpoder.
Y rara no es sinónimo de anormal, de insuficiente, de reprochable, como el mundo con su ideal extrovertido nos lo ha hecho creer.
Rara es sinónimo de unicidad.
Así que.
¿Cuántas raras, únicas, diferentes, introvertidas, por aquí?
¿Y cuántas dispuestas a amarse, tal como son, y a darle vida a todo lo inimaginable, gracias precisamente, a quienes son?
Aquí el episodio del podcast que les grabé al respecto, con el mismo nombre de este Fragmento. Introversión: La magia de aceptarnos como somos.
Y, lo dije en el episodio y lo escribo también por aquí: amo a mis extrovertidas. Las grandes personas en mi vida, mis grandes amores, lo son. Porque ahí está el complemento. Y el libro es hermosísimo también para ello: para entendernos en nuestra propia unicidad. Para entender de dónde venimos, personas introvertidas y extrovertidas, cómo nos comportamos en medio de lo que vivimos, y cómo encontrarnos en la mitad.