Esta ha sido una semana difícil + decodificar el mensaje
Esta semana ha sido difícil para mí.
El lunes les escribí que había sido un día difícil para mí.
Pues el día, se convirtió en una semana.
Esta semana ha sido difícil para mí.
Ha habido muchas lágrimas, muchas palpitaciones aceleradas, muchos muchos muchos, –tantos– pensamientos.
Ha habido una necesidad de dormir abrazada a mis peluches (lo únicos dos que tengo, azules los dos, obvio, Sulley y Balti. Sulley, de Monsters Inc. que tengo desde que tengo once años. Y Balti, un dragoncito cuyo nombre es una abreviación de Baltimore, el lugar donde nos encontramos hace ya un año y un poco más).
Ha habido una necesidad de llevar conmigo mi cristal preferido (azul, obvio) en mi bolsillo.
Ha habido una necesidad de hablar, y por eso he hablado.
Ha habido una necesidad de escribir, y por eso he escrito.
Ha habido una necesidad por tomarla más suave, así que la he tomado más suave.
Esta semana he pretendido recordar lo importante, y no lo he logrado.
No en mi mente.
Lo he logrado al hablar, lo he logrado al escribir.
El miércoles estuve una hora hablando.
Hoy estuve dos horas escribiendo. Aquí en mi computador, porque no es cierto que tengamos que escribir a mano para que la escritura funcione. Escribimos, de la forma en que nos funcione a nosotras, cualquiera que esa forma sea. Para mí, hoy fue aquí en este mismo teclado desde el cual les escribo a ustedes.
Escribí recordando todo lo importante. Aunque eso vino al final.
Partí por escribir todo lo que estaba ocurriendo.
Y la realidad, es que esta semana se ha sentido como un mes entero. Tantas horas, tan lentas, con tantas emociones, con tanta inmensidad que siente muy grande, y de ahí la sensación difícil.
Y lo que escribía al comienzo de mi escritura personal, es que de alguna forma esta semana me he visto como en medio de una maraña, un nudo, un enredo, una película, que puedo ver desde afuera. Una maraña llena de encuentros sincrónicos, de mensajes sincrónicos, de recordatorios que nunca son casuales.
Y yo desde afuera percibo cómo todos esos encuentros, mensajes, recordatorios vienen a decirle algo a la protagonista, y ella está a punto de descifrarlo.
Ella está a punto de unir los puntos. De decodificar el mensaje. De leer lo que está oculto, y así, desenmarañar la maraña.
Yo la veo a ella, es decir a mí, y veo cómo se va encontrando con lo que el camino le entrega, y como va absorbiendo cada sincronicidad con un click sin ser del todo un click, más bien se va encontrando con un: algo se hunde en mi estomago –o corazón- porque pesa y pesa porque es importante y pesa de forma correcta es decir pesa porque trae una línea que conecta dos de los puntos así que ese peso a lo que está conduciendo es a algo más liviano, que está a punto de llegar.
Y yo siento a esos pesos que no son pesos difíciles sino pesos reveladores anclarse en mi estómago –o en mi corazón (los dos son cerebros)– y la veo a ella a la protagonista sentir esos pesos, e ir uniendo, gracias a los pesos con sus líneas, esos puntos que ya cada vez están menos solitarios, al estar más unidos.
Esa unión es la que aparece en la segunda parte de mi escritura.
Una vez lo he escrito todo. Una vez he descrito la maraña. Una vez he descrito lo que me angustia, lo que me agobia, lo que duele. Una vez he hecho un recorrido por la película como la espectadora de mi propia película que soy, empiezo a unir los puntos.
Los puntos se unen cuando la situación adquiere una dimensión más pequeña, y lo que hay dentro, o debajo, o detrás de la situación, adquiere una dimensión más grande.
¿Qué es lo que me está entregando, mostrando esta situación?
¿A dónde me está conduciendo?
¿Qué es lo que requiere de mí?
¿Qué es lo que pretende enseñarme, decirme?
¿Cuál es el mensaje tras todo esto?
Cuando respondemos esas preguntas, vamos uniendo los puntos.
Encontrar el mensaje, es unir los puntos, achiquitar la situación, y agrandar el propósito de la misma (tangibilizarlo).
Aunque falta una unión más: trasladar el mensaje a la vida.
Encuentro el mensaje, ahora qué voy a hacer con él.
Parte del mensaje que encontré, y lo transcribo aquí, fue:
*
sumérgete en tu vida.
sí. siente lo que sientes. momentos de transición para sentirlo. pero no reduzcas tu vida a esto. tu vida no es solo esto. tu vida es lo que tú hagas de ella. y aunque al estar sumergida en esto a veces crees que esta es tu vida. zoom out. busca esa vida que existe a tu alrededor. es más, no la busques, solo encuéntrala. solo mírala. solo vívela. porque ya está aquí.
no hay que buscarla porque no se ha perdido. no hay que buscarla porque no es difícil de ver. no hay que buscarla porque no es que se haya ido. ya está aquí. ya es tuya. ya existe. ya la ves cuando no hay tormentas. ya la tocas cuando hay sol. ya la recuerdas cuando no la olvidas. ya es tuya aunque pretendas que se ha ausentado.
no se ha ausentado nada.
coexiste.
coexiste lo difícil, lo que sientes, con la vida que no se ha ido para ninguna parte. que no se va para ninguna parte, a menos de que tú, decidas ahuyentarla, clausurarla, cerrarla, olvidarla por completo. y no hay forma de que ahuyentemos, clausuremos, cerremos, olvidemos, esto tan nuestro.
esto que es nuestra vida. esto que es más grande que lo pequeño, que, aunque importante, parece ocuparlo todo. no lo ocupa todo. solo recuerda que dentro de esto más grande –tu vida–, existe esto otro –difícil–, también para vivirlo. y también, para que deje de existir, cuando sea nuestro propio tiempo alineado.
*
Y aquí es donde vuelve la parte anterior a la transcripción: este es el mensaje, ahora qué voy a hacer con él.
Esta semana fue mi momento de transición: para sentir, y escribir, y entender, y buscar, y llorar, y seguir buscando, y seguir entendiendo, y gracias a los pesos que se hunden uniendo las líneas, entender, encontrar el mensaje, y hacerlo mío.
Y en todos nuestros días, mientras sea necesario, puede haber momentos de transición para sentir mientras decodificamos el mensaje, y para seguir sintiendo una vez lo hemos decodificado.
Lo importante es: una vez he sentido, mientras me permito seguir sintiendo, qué voy a hacer con el mensaje.
Qué voy a hacer con el mensaje.
Qué voy a hacer con el mensaje.
Qué voy a hacer con el mensaje.
Cómo engrandezco mi vida, gracias a lo que el mensaje me entrega.
Cómo me encargo de que el mensaje no quede como un recordatorio-importante-recordado-más, escrito y descubierto, y decodificado, y entendido, y recibido.
Cómo traslado, las palabras a la vida.
Cómo recuerdo, que esto es para mí.
¿Lo recordamos?
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