Sentí las cosquillas.
Escritura en la pantalla o escritura análoga?
Escritura análoga.
Escribí este poema:
Aquí es donde te quedas en la casa que es tuya donde construyes una casa en este cuerpo a la cual siempre puedes volver sin cerrar las puertas sin olvidar encender la hoguera trazando las paredes con tus dedos que las aman que las cuidan que las llenan del arte que habla de los latidos que te habitan. Aquí es donde decides habitar los espacios vacíos con tu presencia llenarlos de una respiración intencional que le diga a tus pasos que pueden andar más tranquilos más despacio sobre la tierra que pisan. Aquí es donde te quedas con los susurros sutiles que existen porque has decidido no irte. Aquí es donde no peleas con el polvo que se levanta al mover los tablones es inevitable que en esta casa en el bosque no haya tierra que vuela. Es inevitable que esta casa rodeada por árboles que es tu cuerpo sea ajena a los rastros vivos de aquello que respira. Aquí es donde decides no pelear con esos rastros de vida que a veces duelen que a veces estorban porque son tuyos para aprender a amarlos a ti en su presencia. Aquí es donde te quedas en la casa que es solo tuya con tus pies descalzos bailando cuando la música suene con tus brazos abiertos cuando la música se haya apagado. L.RR 26/04/24
Como con la mayoría de poemas, la referencia a la casa en el bosque no es una referencia literal.
Este poema lo escribí, sintiendo la agitación en mi cuerpo (y no me refiero a la ebullición caótica, a las cosquillas creativas).
Sintiendo el bajonazo (miedo, en este caso), al encontrarme en medio de una situación que activa mis mecanismos habituales; de agitación, de anticipación, de autoabandono, de falta de presencia.
Este poema lo escribí, como recordatorio para no abandonar mi casa (mi cuerpo, mi hogar, mi casa), para recordar quedarme en ella (quedarme conmigo), y habitarla (habitarme) desde un lugar distinto, a medida que soy (vivo, experimento, aprendo), en medio de esta situación.
Y aunque veo los inicios de esos patrones habituales, de esa agitación que me habla de aquellos caminos conocidos, viejos, ya recorridos, que no me sirven mucho (de servicio), no lo resalto como una pérdida, como algo negativo; lo resalto como una ganancia, como un avance.
Me devuelvo un poquito, muy poquito: ayer.
Ayer viví una situación (y antes de seguir, paréntesis: si ustedes todo el tiempo no están viviendo situaciones que les llevan a escribir todo el tiempo, “ayer vivir una situación, estoy en medio de una situación…”, hay algo que pueden revisar en su trabajo con ustedes, o en su grado de atención ante la vida, o de interacción con la vida. Y hago esta anotación, porque me doy cuenta de la cantidad de veces, tan seguidas, que escribo para compartirles reflexiones: ayer viví una situación…).
Cierro paréntesis y retomo: ayer viví una situación, que es el origen de la agitación de hoy, y la raíz del poema (gracias), y sin embargo, ayer en medio de esa situación; pude ver a mi mujer, a mi versión trabajada, anclada en su cuerpo.
Cuando hoy me senté a escribir mis páginas matutinas (gracias Julia Cameron y proceso en compañía de Lo real que nos habita al servicio de la creación), se me había olvidado una partecita de lo que viví ayer, que recordé mientras escribía, y mi respuesta fue de absoluto asombro al recordarlo: fuckkkkk (y aquí esta expresión no es sinónimo de resistencia/inconveniencia, como lo es la mayoría de veces en que la uso).
Absoluto asombro al ver la forma tan radicalmente distinta en que habité el momento que viví ayer, en comparación con la forma en que la Luisa del pasado se lo hubiera vivido.
Y sé que les he compartido varias experiencias similares últimamente (que mi ego podría elegir obviar y mejor no compartir porque: qué arrogancia, para qué hablar tanto de tus logros, pero ya sabemos que aquí no le hacemos caso al ego, y que en cambio decidimos hacer el trabajo –con el mismo–).
Experiencias similares (si me leen en todas partes) en las que les he compartido cómo hoy –tras muchos años de trabajo– evidencio los frutos –de ese trabajo–.
En términos de sacar al piloto automático de la ecuación (en referencia a esa mente que no tiene consciencia sobre sí misma, y que ahora la tiene todo el tiempo).
En términos de tener la capacidad para elegir distinto (today i have agency, the freedom to choose –no siempre–).
En términos de haber roto el hechizo frente a uno de mis mayores terrores (Octavo Fragmento Distinto & Por el mar que nos espera).
En términos de lograr permanecer anclada donde estoy, moviéndome momento a momento siguiendo lo real, VIENDO los lugares desde los cuales elijo, asumiendo esas elecciones, soltando cualquier látigo o modo víctima, al recordar que soy yo quien elige (#escrituraanáloga en insta).
No para de generarme asombro el hecho de encontrarme con estos resultados, y no me parece casual que los esté viendo con tanta frecuencia justo en este momento, porque la vida nos apoya en la encarnación de distintas frecuencias que elegimos habitar, y la frecuencia elegida de este momento, en forma de espacio compartido que pronto inicia, es NUESTRA ARENA, diseñada para hacer el trabajo.
Y creo que la forma de la vida de apoyarme hoy en la encarnación de la frecuencia de NUESTRA ARENA, está ocurriendo de dos formas:
Aumentando la intensidad/frecuencia con que vivo situaciones que me llevan a escribir “estoy en medio de una situación que me reta…”, para efectivamente aplicar lo que enseño.
Mostrándome cómo el trabajo sí da frutos, recordándome para qué es que lo hacemos, para que yo pueda venir aquí (y a todos los otros lugares desde los cuales les escribo), para invitarles con contundencia a caminar conmigo, y hacer el trabajo en compañía.
*Haciendo mucho énfasis, en que los frutos, los resultados, la alquimia, nunca llegan rápido, no ocurren cuando queremos, no hay cómo afanarlos ni forzarlos.
Ocurren, nacen, germinan, en nuestro propio tiempo alineado, porque primero, decidimos hacer el trabajo.
Empezamos NUESTRA ARENA este miércoles 1 de mayo a las 12:30 del medio día hora Colombia.
Tendrás acceso a las grabaciones durante 7 meses, en caso de que no puedas unirte en vivo (es un regalo tenerlas en vivo, pero no es necesario. Habrá espacio en nuestro grupo de Telegram para recibir todas sus preguntas y abordarlas en las sesiones).
Solo para practicantes de verdad, y para personas decididas a vivirse esta vida de forma más libre, suya, y elegida.
Inscríbete aquí, y nos vemos del mismo lado.
PD. Creación muy amada y feliz de esta semana: Episodio número 100 de Lo que nos habita de podcast, publicado un 24/04/24 a las 14:14 (todo esto, sincrónicamente, sin planearlo).
Sobre Lo que nos habita podcast: va a cambiar la forma en que creo para el mismo. Aunque más que la forma, la consistencia.
Hoy, actuando en coherencia con lo que se siente real, quiero grabar cuando quiera grabar, cuando las ganas por sentarme frente al micrófono me superen, porque mi entrenamiento ya no es en cumplirme ni en consistencia (gracias a estos 100 episodios –y gracias a tanto más–, ese entrenamiento está más que anclado).
Con muchos detalles me sumergí en esta decisión en la primera parte del episodio número 100, y luego entro a hablar sobre la sutil línea entre el sí y el no, entre la diferencia entre decidir lanzarnos al vacío (confiar en la vida) y no hacerlo.
Aquí disponible para escucharlo directamente, o para ir a las demás plataformas.
Si eres oyente de Lo que nos habita podcast y no has calificado el programa, porfa hazlo.
Gracias por ser mis oyentes, y gracias siempre por leerme.
Soy porque somos.
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