Hace unas semanas empecé la serie La vida en nuestro planeta (increíble), y lo que más me impresionó fue la exacerbada lentitud de los procesos de la tierra.
Millones y millones y millones de años, para que un cambio diminuto (y absolutamente crucial para lo venidero), germinara.
Para que naciera el primer liquen, o para que se limpiara el océano de tal elemento que lo hizo inhabitable, o para que los primeros peces desarrollaran la habilidad de arrastrarse hacia la tierra y así convertirse en los primeros anfibios.
Y si mi memoria técnica fuera mejor, seguiría enumerando esos cambios de billones de años, a los que les tomó tanto tiempo existir.
Lo otro que resalto de esa serie (aparte de la magia y la dicha de poder presenciar la era de los dinosaurios), es el recordatorio ineludible que nos estrega, de la naturaleza eternamente cambiante de esta tierra que habitamos.
De cómo, siempre, bajo la superficie, el magma se está moviendo.
De cómo, siempre, pasados esos billones de años, desaparece casi todo, para que todo vuelva a comenzar, ahora distinto, ahora con un porcentaje mínimo de los rezagos de lo que fue, para que pueda existir algo con mayor capacidad de adaptación, para que exista hasta que deje de existir otra vez.
Y lo curioso, es que el tema para este Fragmento no surgió a partir de empezar esta serie. Lo sincrónico, es que ya sabía que este sería el tema para este Fragmento, y luego llegó la serie a apoyarlo y a entregarme esto que les comparto aquí.
Y algo que me recordó la serie, pensando en los procesos que toman tiempo, y en todo lo anterior, es que para el universo no existe el afán.
Listo, ¿se necesitan billones de años para que la vida nazca otra vez? Que así sea. Tenemos todo el tiempo del mundo. Vamos despacio, porque no hay afán.
¿Y es que cómo podría haber afán para que germine la vida? ¿Para que una especie nazca? ¿Para que el Planeta Tierra se enverdezca y los primeros árboles puedan crecer? (porque no siempre fue verde, y no siempre hubo árboles).
No podría haber afán para que eso ocurriera.
Con afán no ocurriría.
Lo que pasa, es que los seres humanos, no somos el universo (aunque lo seamos) y por eso, sí tenemos afán. Porque si somos seres humanos, significa que tenemos un ego sí o sí, y el ego está diseñado para buscar la rapidez, para pelear con el tiempo, para ver los procesos como problemas, y para solucionar esos problemas, y ojalá rápido.
Y el rápido, no hace más que llevarnos a olvidar; que para el universo no existe el afán, y que así como los procesos de la tierra, de una lentitud exacerbada, nuestros procesos, por lo general, también están diseñados para ser lentos.
Pienso en este instante en el episodio sobre saltos cuánticos de Lo que nos habita podcast (se los dejo al final), en el que les digo que un salto cuántico no es más que la confirmación de que un proceso fue recorrido.
Pero el ego lo que nos quiere hacer creer, es que un salto cuántico es eso: un salto, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, un milagro (pero por favor por generación espontánea, que no nos toque hacer mucho, ni esperar, gracias).
Y por eso es que es tan llamativo un nombre como saltos cuánticos (y en efecto ha sido uno de los episodios más escuchados, así como el de cómo ser magnéticas) porque, otra vez, al ego le gusta lo llamativo y lo que promete resultados rápidos y grandes y que en últimas, nos solucione lo que no nos gusta mucho de nuestro hoy.
Y un salto cuántico, y un cambio importante, y una transformación de verdad, y un proceso real, no ocurren sin tiempo, sin los pasos que recorren el camino, sin la apertura ante lo que ese proceso pide de nosotras.
Que tantas veces es hacer algo distinto.
Que tantas veces es soltar.
Que tantas veces es dejar de hacer.
Que tantas veces es dejar de pelear.
Que tantas veces es aceptar.
Que tantas veces es seguir caminando, sin ningún letrero que nos diga que por ahí es, confiando en que por ahí es.
Que tantas veces, es todo lo anterior.
¿Pero cómo empezar a recorrer el camino, a hacerlo distinto, a permitirle al proceso ser un proceso?
Empezando por donde estamos. Empezando con un pie tras otro, hoy.
Poema
Empieza donde estás parte de ahí muévete con lo que habita este instante transfórmalo en un inicio en la primera pieza del engranaje en la pieza que al moverse le permitirá moverse a las demás. Empieza donde estás camina con este inicio conviértete con él en el camino. L.RR
*
¿Pero cómo seguir recorriendo el camino, si llevo ya tanto tiempo haciéndolo, si duele tanto, o si asusta tanto, o si no sé si voy por dónde es, si lo estoy haciendo bien?
Recordando, que los procesos toman tiempo, y que duran lo que duran, como para este Planeta Tierra, a la que le toma billones de años cambiar.
Recordando que el tiempo, el afán, la urgencia, el miedo, los pone el ego.
Recordando que no hay forma de saber, antes de saber.
Recordando, que el tiempo igual va a pasar, así que mientras pasa, somos nosotras quienes decidimos qué hacer con él.
Recordando, que podemos elegir entrenarnos en confianza, en la aceptación radical de lo que es, en la rendición ante lo que el proceso requiere de nosotras.
No desistiendo, porque con afán, los frutos no germinan, la tierra no se convierte en lo que está destinada a ser.
Poema
El café caliente la decisión de estar aquí darme cuenta del miedo a hacer haciéndolo mal recodarme que estoy haciendo todo lo que puedo hacer que se trata de seguir haciéndolo confiando ahora en que este es el camino confiando en mi piel que recibe al sol mientras camino confiando en que mis células saben entregándole a esas células lo que me piden no desistiendo porque las hojas no se mueven porque los frutos no han nacido y en cambio seguir poniendo un pie tras otro abonando la tierra permitiéndole al árbol que estaba casi seco al árbol que había sido olvidado llenarse de lo que le faltaba. Las feijoas, sabes, no habían vuelto a dar frutos. Las feijoas, sabes, estaban secas como paralizadas estancadas en un mar de ausencia. El miedo diría nunca más va a haber vida aquí. Pero hoy un año y varios meses después las frutas han nacido el abandono se acabó volvió la vida la ausencia fue cerrada. Como ellas como los frutales del jardín como la sequía que se llevó las frutas tú tu cuerpo que está volviendo tú que dejaste de abandonarlo. La ausencia que ya no es la dueña de esta casa los frutos que están naciendo los frutos a los que solo les falta tiempo. L.RR
*
Sobre los procesos que toman tiempo, sobre cómo sostener la espera de aquello que anhelamos que todavía no llega, y sobre el contexto del poema anterior (los detalles tras las feijoas que nombro, el por qué del mismo), el episodio no. 83 de Lo que nos habita podcast.
En él me sumerjo en el tema de este Fragmento, ahora con mi voz.
Se los dejo aquí:
Episodios recomendados de Lo que nos habita podcast que tienen relación directa o indirecta con el tema de este Fragmento
83. Cómo sostener la espera de lo que anhelamos que todavía no llega
65. Sobre la búsqueda de propósito y cómo vivirnos distinto esa búsqueda
61. Cómo aceptar el lugar en el que estamos sin dejar de soñar
22. Raíces poema canalizado (creo, porque no me acuerdo de lo que salió, pero sé que es hermoso)
2 episodios recomendados del podcast de Oprah (Oprah’s Super Soul)
Canción
Ejercicios de escritura
¿Cómo me viviría este proceso, si supiera que solo es cuestión de tiempo, que el proceso me pide simplemente vivirlo, y seguir caminando?
Construye tu mantra, algo que te recuerde lo importante, por ejemplo:
Recuerdo que los procesos toman tiempo, y yo estoy dispuesta a vivirme este proceso sin afán
Confío en todo lo que no puedo ver
Confío en la vida completamente
Yo elijo cómo vivirme mis días con todo lo que traen
El tiempo igual va a pasar y soy yo quien decide qué hacer con él
Canta, como si no pasara nada, porque nada pasa, vida mía
Yo tengo con qué
Recuerdo que estoy sostenida, y que estoy siendo guiada en este camino de regreso a casa
Y cierro con uno de mis poemas preferidos de todos los tiempos, que cargo en mi piel:
¿Para qué sirve la utopía?
Para caminar.
– Eduardo Galeano
Gracias siempre por leerme.
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PD. Muy conectado con la energía de este Fragmento, de confiar, de soltar, de permitirnos vivir los procesos, de hacer lo que nos corresponde y rendirnos ante el proceso mismo, de anclar y recordar lo importante, de abrirnos a recibir:
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