Si ya leyeron la primera parte en insta, al final dos partes complementarias.
Antes de empezar: por favor, ningún comentario de “apoyo”, ningún consejo, ningún comentario dándome ánimos ni diciéndome la mujer tan increíble que soy.
Los únicos comentarios que recibo son aquellos que expresen un “gracias” o un “resueno” o lo que esto genera en ustedes (sobre ustedes, no sobre mí).
Primero: he tenido la fortuna de encontrarme con grandes hombres y M. no fue la excepción. Tal vez el caballero más caballero que he conocido. Y se los dije en algún momento; el hombre más parecido de muchas maneras –en el mejor sentido de la expresión– a mi papá (y eso es mucho decir, y muy difícil de encontrar).
Le agradezco porque fue una muestra para mí de que hombres como él existen.
Ahora, lo anterior no era suficiente para sostener una relación, y darme cuenta de eso: cómo un montón de gestos increíbles y una forma de ser en un otro que me he soñado como la de mi pareja, no es suficiente, fue una gran sacudida para prestarle atención a lo verdaderamente importante, por encima de lo anterior (a lo que aquí podríamos llamar: estándares o no-negociables).
Y antes de ir a los motivos por los que decidí no seguir en la relación, me devuelvo a los patrones previos que me llevaron a entrar en ella. Tal vez es solo uno: mi parte adicta al amor.
En mí existe una paradoja y es que yo puedo pasar periodos muy largos de tiempo soltera, y por eso alguien creería que no lo soy (adicta al amor) pero la realidad es que lo soy, porque el patrón ha sido estar soltera la mayor parte del tiempo, pero viviendo siempre en la fantasía de: encontrar a mi persona.
Con esta fantasía y con esta parte adicta al amor es con la que vengo trabajando desde inicios del 2023 (para poder cultivar una vida en sobriedad: física, mental, emocional).
Es decir: para poder estar aquí.
Tengo una personalidad con tendencias adictivas que se ha manifestado de diversas formas a lo largo de mi vida –afortunadamente de una manera que no ha puesto en riesgo mi integridad física– y esa tendencia adictiva volvió a hacerse presente al conocer a M.;
Me olvido de lo que está aquí, de lo que ES, y mi mente me lleva en todo un viaje que me hace perder noción de la realidad priorizando la fantasía, lo cual me impide moverme al ritmo de mi parte más lenta, y escuchar los susurros de realidad (y sí, sé que esto es parte habitual del enamoramiento, pero lo nombro porque en mi caso este patrón errático se hace presente x10, como por ejemplo, en el pasado; irme a un viaje transatlántico de 24 días con un hombre con el que había tenido una sola cita).
Volviendo a la relación y a la decisión de no seguir: esta relación me permitió ver cómo hay un montón de estándares que busco en un otro, que ya hacen parte de mí; la consistencia, la comunicación, the showing up and staying en medio de lo difícil, recibir lo que es importante para el otro, con lo que tal vez yo no esté de acuerdo, y recibirlo de todas formas para evaluar qué tanta verdad hay dentro de lo que dice, para poder hacerme cargo de mi parte.
YYY hacerme cargo de mi parte (de mi niña, de mis heridas, de mis patrones egoicos –es decir, hacer el trabajo–). Escuchar sin defensa. Reconocer mis errores. Mantenerme firme en lo que es importante para mí, y comunicarlo sin agresión, pero desde un lugar de firmeza. Y también; expresar mi vulnerabilidad sin máscaras, no necesariamente en cuanto a lo que duele (también), sino expresar mi amor sin reprimir nunca un te quiero.
Al darme cuenta de que todo esto existe dentro de mí y que no era reflejado de vuelta, fue suficiente para saber, en muy poco tiempo, que había una brecha que no nos permitiría encontrarnos, y una distancia que yo no estaba dispuesta a recorrer sola.
Y el factor del poco tiempo fue importante: lo real es lo real, con independencia de que el tiempo sea poco (o mucho, en un caso distinto).
Mi mente pudo fácilmente entrar a decir: ¿pero, tan rápido? A lo que lo real respondería: tan rápido porque he cultivado la habilidad para saber qué es lo real y actuar acordemente, sin necesitar meses interminables, años sumándose y sumándose (que a veces, ojo, es la decisión real).
Ese fue un avance que también pude reconocer dentro de mi práctica: estar calibrada a esa frecuencia de lo real de forma tan inamovible, que no hay cómo evadirla. Cuando sé, sé, y puedo hacerme la boba, pero decido no hacerlo. Puedo seguir dándole vueltas al asunto e “intentando” y posponiendo (siempre podemos), pero elijo no hacerlo.
Qué me llevo: recuerdos muy felices que son míos para siempre. Haber conocido a una persona increíble que estará en mi corazón por siempre. Una arena en la que pude entrenarme en un montón de cosas que me cuestan. Una consciencia mucho más anclada del trabajo todavía pendiente por hacer, de mis puntos más chuecos, de la forma en que funcionan mis patrones.
Y la certeza de la inmensidad que me habita –y del partidazo que soy–.
Sobre el partidazo que soy
Durante muchos años yo estuve casada con la idea de que yo era la peor novia que alguien se podía conseguir.
No porque fuera infiel (soy la persona más leal del mundo), no porque sea opresiva, no porque sea celosa, sino porque la realidad es que en una relación también podía ser una piroba (una HP), porque tenía un montón de patrones (egoicos) que me llevaban a mantener al otro a cierta distancia, a ponerme a mí siempre por encima del otro, a no pensar en el otro (pero ese es otro tema).
El tema aquí es que incluso en una de las últimas relaciones que tuve, que terminó a inicios de 2021, en la conversación de cierre le escribí a mi expareja algo como: igual esto es mejor para ti [que terminemos] porque yo soy de las peorcitas novias que hay.
Él –siendo la increíble persona que es– me respondió algo como:
¿Cómo que peorcitas novias que hay? Dejá la güevonada.
Pero yo lo seguí creyendo, hasta esta última relación con M.
Y lo que pasa es que esa creencia todavía instalada en mí no era muy evidente.
No era como que yo cargara constantemente con ese diálogo interno que me decía: soy la peor novia que hay.
Pero sí cargaba constantemente con una sensación de: yo no soy tan madura emocionalmente, yo no soy capaz de tener conversaciones difíciles (porque expresar lo que siento me ha costado mucho), yo no soy tolerante con el otro, yo soy muy brava, yo soy muy llevada de mi parecer, yo soy muy egoísta.
Cosas así, que, lo que tienen detrás, es autoflagelación, látigo, y una sensación de: todavía me falta mucho, no soy suficiente todavía para tener una relación que cumpla los estándares que busco, porque no están dentro de mí.
Y a veces sí es cierto que nos falta mucho –la mayoría de veces, y eso no es un problema, es precisamente con lo que trabajamos en NUESTRA ARENA– pero no era el caso aquí, con este ejemplo puntual, y por eso uno de los regalos más grandes que me entregó esta relación, fue ese:
Darme cuenta de que esos estándares SÍ están dentro de mí, tal como se los expresé en la primera parte.
Que como llevaba tanto tiempo sin estar en una relación, no había tenido la oportunidad de verme por fuera de la teoría, y ahora en la práctica.
Y la práctica lo que me entregó, volviendo a arriba, fue la certeza sobre el tamaño de mi inmensidad –y el partidazo que soy–.
Ahora, esto no significa que no haya nada todavía pendiente por trabajar (esto llegará en nuestro último día, y ni siquiera, porque siguen las que siguen, IYKYK).
Lo que quiero decir es: en esto que les comparto sobre el por qué tras haber decidido no seguir, me detuve en la parte del espejo y de la práctica que me mostró lo que el trabajo conmigo me ha entregado.
Pero no me detuve en detalles como: mi rigidez todavía presente que me lleva a ponerme furiosa por cosas en realidad insustanciales (PERO, aquí lo distinto, y vuelvo al punto anterior: al lado de esa rigidez, existe en mí una habilidad coexistente (cultivada) para poder recibir lo que el otro, en este caso M. me entregaba de vuelta en presencia de esa rigidez, y reconocerlo como cierto: sí, tienes razón que es algo en lo que puedo trabajar).
(Y TRABAJARLO, porque en la mayoría de relaciones –o en la mayoría de vidas– lo que hay es mucho tilín tilín, y nada de paletas. Es decir, muchas palabras al aire, sin acciones consecuentes, sin verdaderamente hacer el trabajo).
No me detuve en mis heridas todavía muy vivas: una de ellas que se manifiesta como una castigadora interna muy fuerte, que pude ver con más claridad en medio de la dinámica que tenía con M. (todo un tema en el que no me detendré aquí, muy tema de NUESTRA ARENA).
Y podría seguir.
¿Qué más me entregó esta relación/ruptura, en términos de aprendizajes?
La consciencia sobre todos los lugares en que i overrode truth (en que pasé por encima de lo real), que me llevaron a irme en el viaje de la fantasía/de la adicción al amor, otra vez, de cabeza.
Un refinamiento y precisión sobre lo que busco en una relación, a nivel de estándares no-negociables.
Otra vez y un poco más desglosado: ver cómo i embody muchos de esos estándares que busco afuera, y por ende saber que existe coherencia entre lo que soy, y lo que busco (desestructuración de mi creencia de: soy de las peorcitas novias que hay).
Otra vez: ver mis heridas vivas, que tuve oportunidad de sentir mientras estaba con M., y por ende, tener una mayor consciencia sobre los puntos importantes todavía a trabajar, pensando en el núcleo de lo que me habita (a nivel de dolor suprimido, y que pide ser sentido, para alquimizarlo).
Haberme elegido a mí y a lo real por encima de querer evitar el dolor/sufrimiento del otro (un otro a quien quiero y que me importa). Pero aunque lo quiera y me importe, ser muy consciente (finalmente) de que ese dolor no es mío para cargar, para responsabilizarme por. Permitir que esa certeza me guíe, y actuar acordemente.
Haberme elegido a mí por encima de lo inconveniente que esa decisión era tanto para mí (mi ego y lo que me reta), como para el otro (en aspectos más allá del dolor/sufrimiento). En otras palabras: ser leal conmigo y con lo real, antes que con nadie más, en cualquier circunstancia, por encima de cualquier “pero” que cree mi mente.
Gracias por leerme.
Para cerrar:
¿El motivo por el que pude vivirme esta relación de esta forma?
1. El trabajo –de ego– que les enseño a hacer dentro de NUESTRA ARENA.
Las puertas ya están abiertas. Empezamos nuestros 6 meses oficialmente en noviembre, pero mientras más rápido te unas, más tiempo de acceso a nuestra bitácora de grabaciones vas a tener (para que vayas recibiendo la info que he entregado hasta el momento en tu propio tiempo, mucha e importante).
*Y si no te uniste a las clases gratis, todavía puedes unirte gratis aquí, y al registrarte vas a recibir también los ejercicios de reflexión propuestos tras cada sesión.
2.El trabajo –de pussy– que vengo haciendo con mi profesora Perri Chase desde hace un año y medio, y al cual pueden tener acceso ustedes también dentro de su programa THE PSSY MAP.
Hay precio especial para Colombia, y quienes se registraron a sus clases gratis ya tienen el link con el precio especial en sus correos.
Esta es una oportunidad que se presenta muy pocas veces (que alguien que vive en USD, ofrezca un precio como este), así que aprovéchenla (igual que el valor mega reducido por el cual pueden unirse a NUESTRA ARENA).
–Yo ya he pagado las millonadas para que ahora ustedes no tengan que hacerlo–.
Si lo deciden, nos vemos del mismo lado –del trabajo, y de la transformación–.
*Y si tienen preguntas sobre si THE PSSY MAP o NUESTRA ARENA, son para ustedes, pueden escribirme a luisa@luisarobledo.com
Vacano*
Había escrito otro comentario pero se borro. En fin,me quedé pensando en ese pulso de lo real. Que vacuno tenerlo tan claro, yo a veces entro en mucha confusión y miro en retrospectiva y ahora sé que me quedé en lugares dónde no cabía mi ser. Pero esto de echarle mente a las cosas jode.... hace unos meses estoy asistiendo a CoDA (codependientes anonimos) y me parece vacano que se ponga el tema sobre la mesa por que tenemos muchas vainas normalizadas sobre el amor y la perdida de identidad e individualidad en las mujeres y el amor como sacrificio.