Hoy vamos a hablar sobre milagros
Sincrónicamente, en esta última semana, me encontré con dos frases que se instalaron en el centro de mi pecho.
I.
“La oruga no necesita un milagro para ser una mariposa, necesita un proceso.” (Autora desconocida)
II.
“No creo en los milagros, porque los he vivido.” (Melendi)
Uffff. Ambas.
Para mí, hay dos formas de ver los milagros:
Como algo imposible que puede ocurrir.
Como algo imposible que es imposible que ocurra.
En la primera, creemos en lo improbable (a veces imposible), es decir, en los milagros. En la segunda, no creemos en lo improbable, es decir, sigue existiendo el milagro, pero por defecto: es imposible que ocurra un milagro.
Hay una tercera forma de ver los milagros, y es eliminándolos de la ecuación. No porque no creamos en ellos, pero porque sabemos que un milagro no es un milagro, sino el resultado de un proceso.
“La oruga no necesita un milagro para ser una mariposa, necesita un proceso.”
No pretendo decir que sea mejor creer en los milagros como milagros o reconocerlos como procesos eliminando el milagro de la ecuación (no hay tal cosa como “mejor”).
Lo que quiero decir es, y lo ejemplifico con –otra frase– que a mí me encanta (gracias siempre, Grey’s Anatomy), que es:
Whatever helps you sleep at night.
Lo que sea que te ayude a dormir por la noche.
Es una frase que uso con frecuencia cuando alguien me pregunta algo y no quiero darle la respuesta, o ya se la di y la persona quiere quedarse con su propia respuesta, pero aún así sigue preguntando.
Whatever helps you sleep at night.
Lo que sea que te ayude a dormir por la noche.
Es decir: te lo dejo a tu libre interpretación, interprétalo como quieras, elije lo que quieras, responde tú mismo la pregunta con la respuesta que te sirva más.
Esto para decir que:
Podemos creer en los milagros.
O podemos creer en los procesos.
Dependiendo de lo que nos apoye más.
(Porque de eso es de lo que se trata este camino de desarrollo personal: ir encontrando las herramientas y las formas de vivirnos la vida, que nos apoyen más).
¿Qué es lo que me parece increíble de adoptar la segunda: creer en los procesos, más que en milagros? que eliminamos el factor “imposible, improbable, mágico” de la ecuación.
No, no es imposible, improbable, mágico, encontrar a esta persona de mi vida.
No, no es imposible, improbable, mágico, darle vida a esta vida soñada.
No, no es imposible, improbable, mágico, convertirme en esta persona que quiero ser.
No, no es imposible, improbable, mágico, sanar esta condición medica.
No es milagroso.
No requiere un milagro.
Requiere que vivamos un proceso.
“La oruga no necesita un milagro para ser una mariposa, necesita un proceso.”
Porque. Qué tal que en nosotras estuviera instalada la certeza de que todo puede ser, de que todo será, de que no hay tal cosa como “imposible”, de que: ¿cómo no, si somos hijas de dios/inteligencia universal/amor incondicional?
¿Cómo no?
“No creo en los milagros, porque los he vivido”.
Que también podría ser: creo en los milagros, porque los he vivido.
Pero, ¿fue un milagro, o fue un proceso?
A veces (pocas) la respuesta será: fue un milagro.
A veces (la mayoría) la respuesta será: fue un proceso.
Porque –a propósito de este reel en el que hablo de procesos y potencialidades–, primero, vivimos el proceso, y en un punto, just like that, así, como chasqueando los dedos, ocurre el milagro, nos encontramos con el resultado del proceso.
“La oruga no necesita un milagro para ser una mariposa, necesita un proceso.”
*
PD. Freedom Writers (puertas abiertas mañana 1 de marzo). Para que los milagros se conviertan en procesos, a los que les damos vida, primero, escribiendo.