Llego al cafecito en el que trabajo. Mi agenda está vacía. Hoy no hay nada pendiente, nada por hacer, nada administrativo, nada técnico, ninguna llamada, y solo recibo clase hasta entrada la tarde (¿cómo es esta mi vida, y cómo es este un día de trabajo, para mí?)
Mi agenda está vacía, y cuando mi agenda está vacía, yo elijo qué hacer (soy yo también quien elige, cómo llenar esa agenda, y soy yo quien elige, honrarla).
Con esta agenda vacía, la mañana se siente inmensa, se siente eterna, se siente como si tuviera tiempo para todo.
Lo tengo.
Entro a mi email y leo un correo de una de ustedes agradeciéndome por estos Fragmentos (gracias, por escribirme, expanden mi corazón de maneras desproporcionadas).
Releo mi Fragmento anterior, sobre nuestras tormentas.
Cambio la información en mi substack en la pestaña de “about”, “sobre mí”. Dejo de achiquitarme describiéndome como: Soy Luisa Robledo Restrepo y me gusta escribir, y en cambio escribo: Soy Luisa Robledo Restrepo y soy escritora. Se me acelera el corazón mientras lo cambio. Se me acelera el corazón mientras me nombro. Esto es ocupar espacio para mí. Decidir nombrarme a mí misma. Me nombro acordemente. Reconozco que ya era hora. Recuerdo que it’s power time (nos vemos en dos días).
Siento las horas inmensas vacías frente a mí, y sé que cuando no hay nada por hacer, escribo. Froto mis manos. Cierro mis ojos y empiezo. Y cuando mis ojos se cierran, es porque viene algo grande.
Hoy hace un mes + 7 días (el 13 de marzo), les he contado, empezó un gran baile para mí. Un baile conduciéndome de regreso a la homeostasis (equilibrio) en mi cuerpo, y lo que me encontrado a lo largo de este mes + 7 días, entre tantas otras cosas, es la forma en que el tiempo se expande, cuando decidimos sumergirnos en él. Cómo cuando estamos presentes, el tiempo pasa mucho más lento.
Contrario a lo que he leído, no estoy de acuerdo con que cuando estamos en presencia, el tiempo pasa más rápido. Yo me he dado cuenta (y esta es mi experiencia) de que cuando estoy presente, cuando estoy donde estoy, el tiempo pasa más lento, y esa es una muy buena noticia. Porque el tiempo ya de entrada pasa muy rápido, qué regalo es, poder desacelerarlo.
Y mientras escribo esto, aparece una distinción en mi mente, pensando en lo que les estoy diciendo.
I. SÍ es cierto, que cuando estoy haciendo lo que vine a hacer este mundo, que es enseñar, el tiempo pasa volando y podría estar hablando cuatro horas sin sentir que han pasado cuatro horas.
Por ejemplo, ayer grabé un en vivo/episodio del podcast haciendo una sesión de Live Coaching con Luisa RR respondiendo sus preguntas (coaching en vivo con Luisa RR, las R se pronuncian ERRE ERRE), y cuando terminé, 70 minutos habían pasado, volando.
Escúchalo en formato podcast en Spotify aquí (disponible también en las demás plataformas).
A lo anterior es lo que la neurociencia le llama estado de flow: estamos tan inmersas haciendo algo que amamos tanto, que la noción del tiempo desaparece, y pasa volando.
II. Ahora, también ES cierto (para mí), que la presencia lo que hace es alargar el tiempo, llevarnos a sentir que hay más de él, sentir que hay más tiempo dentro de las mismas horas, para vivir más, y para vivírnoslas distinto.
Que aquí la diferencia y la distinción que quiero plasmar es que, en presencia no necesariamente estamos haciendo algo que amamos con cada célula, con cada fibra como en un estado de flow, sino que simplemente, estamos donde estamos, y eso es lo que lleva a que el tiempo se alargue.
No está el celular con sus redes llevándonos a que empezar viendo una story en Instagram se convierta en una hora de scrolling y de tiempo desaparecido, ausente, robado. No está la distracción con un episodio de una serie en Netflix que de repente se convirtió en cuatro episodios seguidos, y once de la noche. No está el dormir de más, cuando ya hemos dormido lo suficiente. No está nada de eso que lleva a que las horas se pierdan, a que la vida se acorte.
Por el contrario, está la vida tal como es, con sus horas tal como son, con sus minutos transcurriendo en el orden previsto, con nuestra presencia, permitiéndonos sentir que están pasando, y darnos cuenta: cuánto tiempo.
Darnos cuenta: qué tanto existe, cuando voluntariamente elegimos que las horas se sientan como horas, y elegimos vivir mucho dentro de ellas.
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PD. Nos vemos esté sábado 22 de abril en nuestra nueva Masterclass: IT’S POWER TIME, para reconectarnos con nuestro poder, encender chispas, decidir distinto, y actuar acordemente. 10 a.m. hora Colombia. Acceso a la grabación si no puedes unirte en vivo.
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