No dormir bien la noche previa (¿de la emoción, o de la expectativa cargada de miedo?).
De la expectativa cargada de miedo, de una desilusión anticipatoria.
Un día en el año en que no hay forma de evitar la herida; que se abra, que se llene de sal, que vuelva a quemar.
No hay cómo evadirlo, no hay cómo evitarlo; es un hecho.
Estás cumpliendo años.
Van a felicitarte (o no).
Van a estar ahí para ti (o no).
Van a quedarte mal (otra vez) (o no).
Van a decepcionarte (o no).
E igual, aunque no haya cómo evitarlo, yo siempre trato de evitarlo.
No estar en mi ciudad.
No invitar a nadie a nada.
No revisar el celular hasta tarde.
Para entrar tarde, y ver que las personas más importantes (la mayoría), no han escrito (algunas sí).
–Gracias a ellas–.
Pero como la herida es la herida, y la distorsión es la distorsión; los ojos nublados no se enfocan en las que sí, sino, de manera lógica, en las que no.
Porque los no, duelen mucho más.
Los no, causan estruendo.
Los sí, en cambio, se esperan, se dan por sentado, no hacen tanto ruido.
Esa es la paradoja triste.
Esos son los cerebros atrofiados: los que nos impiden ver, la magnitud del amor, detrás de todos los no, de todas las ausencias, de todas las desilusiones.
O hablo de mi cerebro atrofiado:
Soy muy amada.
Pero a mi ego (ese software distorsionado, alojado en ese cerebro atrofiado) le cuesta verlo; reconocer el amor que ya está aquí, el amor que siempre ha estado.
Hace unos días escribía para mí sobre una experiencia muy impresionante que tuve hace poco, en la que lo “terrible” no era algo doloroso, algún rechazo o algo parecido, como lo nombrado arriba, sino todo lo contrario: sentirme amada.
Permitirme recibir ese amor que me estaba siendo entregado.
Una experiencia absolutamente sensacional (en términos de activar mucha energía en mi cuerpo) y absolutamente vulnerable: cómo le permito a esto entrar, cómo le permito llamarlo mío.
Lo describí (porque así se sintió), como alambre de púas rasgándome la piel.
Porque lo cierto es que así de aterrador puede ser el amor, para quienes hemos construido barreras casi infranqueables que no le permiten entrar, para quienes hemos creído que en esa palabra no hay espacio para nosotros.
Y lo que pasa es que en los cumpleaños (o hablo de mí; en mis cumpleaños), ocurren dos cosas:
Siento el dolor por tanto amor. Llega una lucidez en cuanto a lo que el resto del año suelo no ver, que mis ojos nublados me impiden ver, y que por fin me dice: sí hay espacio en esa palabra para nosotras.
Siento el dolor por la herida abierta. Llega una confirmación (errónea) a mi mente (creada por mi propia mente) de la película (que ya vive en mi mente) que me dice algo como: la gente no sirve sino pa’ decepcionar, no les importo tanto, nadie está ahí para mí de verdad, y por ende: que coma mierda todo el mundo.
Y sé que es una película (y que es solo mía).
Y no por eso, duele menos.
Todo el tema de la película que vive en nuestras mentes, del cerebro atrofiado, del software distorsionado, lo trabajamos dentro de NUESTRA ARENA. Volvemos a abrir puertas en enero de 2026. O podemos trabajarlo juntas en mis espacios 1:1, puedes enviarme un correo a luisa@luisarobledo.com si quieres que te comparta la info.
Y publico cosas como las de arriba, porque eso es lo que es la escritura para mí: puertas abiertas de mi casa, & catarsis, & alquimia, & una decisión de poner lo real que me habita, al servicio de la creación.
Tenemos puertas abiertas para nuevo grupo de Latir con las manos (latidos & escritura), los sábados de julio. Nuestros grupos son pequeños, así que si no pueden unirse a alguna fecha, hacemos todo lo posible para coordinar como grupo, para que todas (o la mayoría) podamos estar en vivo, aunque eso implique reprogramar sesiones, por eso es importante la flexibilidad.
Aquí encuentran toda la info, cupos limitados.
¡Feliz cumple Lu!, que sean muchos más soles que te colmen de magia, revolución y amor, y que la vida nos permita seguir disfrutando de tu magia.
¡Mucha vida y magia para tu ser!