Es decir, lo que he aprendido en mi camino de trabajo interior (porque ha sido lo que más me ha costado, porque en aquello que nos cuesta, está nuestro aprendizaje), desde que empecé este viaje en el 2015, pero en realidad, con toda, en febrero del 2017:
Creerme el cuento, piedra angular de todo mi camino, tal vez uno de los aprendizajes más lentos en ser integrados por mí (pero, años luz pensando en la Luisa que era, y este apenas, es el comienzo)
Saber que mi miedo no es más grande que yo (aun sintiendo que me iba a morir, tantas veces).
Trasladarme del mundo de las ideas al mundo de la acción; darles vida en el mundo tangible de la materia
Soltar el guión: puedo confiar en que no necesito un guión para enseñar, para grabar mi podcast, para nada de lo que quiera crear
Navegar la sensación de fracaso: sí, me siento como un fracaso, pero no me morí, y esto está expandiendo la ser humana que soy, y la coach y mentora que soy, y yo estoy aquí, con toda, demostrándole al universo, qué tan montada en el tren estoy
Ocupar espacio: a mí ego no le gusta ser intensa en Instagram? Watch me. Mírame ocupar todo el espacio con mi “intensidad”, con mi “repetición” y no solo con mi intensidad, sino especialmente con la promoción de mis espacios.
Y a propósito de lo anterior: vender sin disculparme. Ufff. Vender ha sido todo un aprendizaje, por eso mismo: porque vender, implica ocupar MUCHO espacio
CONFIAR. En mí, en la vida. Ufff. Este tal vez es el más grande de todos. Confiar en lo que no puedo ver. Confiar en medio de la incertidumbre que permea la vida que he elegido para mí. Confiar en que los caballos, siempre, están viniendo.
Soltar. Soltar historias. Soltar amores gigantes. Tal vez este ha sido igual de grande que confiar.
Permitirme sentir, sin ahogarme. Al principio, el aprendizaje era: permitirme sentir, punto, sin racionalizar mis emociones, sin juzgarme por sentirlas. Después: permitirme sentir, sin quedarme ahí, sin magnificar mis emociones con mi tendencia a la melancolía.
Redirigir a mi mente (más bien: frenarla = you can go fuck yourself). Interrumpir bucles (torbellinos) de pensamientos catastróficos, saboteadores, bullies.
Abrazar mi forma. Aceptar lo que me habita y reconocerlo como suficiente y valioso. Por ejemplo, mi personalidad introvertida.
Volver a mi cuerpo: darle el lugar número uno dentro de la lista de prioridades. Primero, mi cuerpo y mi homeostasis, y luego, todo lo demás.
Ya soy una buena persona, es hora de reconectarme con mi poder (muy conectado con el aprendizaje de creerme el cuento). No achiquitarme, no disculparme, no entibiar mi mensaje, dejar de lado la modestia, celebrarme sin reservas, sacarle el jugo a todo lo que soy, y a todo lo que puedo ser.
Saber que mi creatividad no se agota, que lo que tengo por enseñar no se agota. Por el contrario: mientras más creo, y más enseño, se multiplica. Porque somos una fuente inagotable de creatividad, porque nos encargamos de mantener el canal abierto, porque, si siempre estamos aprendiendo, sí o sí, siempre podremos enseñar (si lo decidimos) más, y mejor.
Cuando me hago cargo de lo que está en mi interior, afuera los cambios son inmensos, y las más de las veces, inmediatos (aleteos de mariposa que generan terremotos).
Si lo sostengo hasta el final, la magia ocurre. Si atravieso el vacío, me encuentro, siempre, con lo que me esperaba del otro lado.
La vida es puro movimiento: todo pasa, todo cambia, hay subidas y bajadas, y las bajadas no nos hablan de que algo esté mal, nos hablan, en cambio de que la vida se está moviendo, y nosotras dentro de ella, y eso lo que significa: es que estamos vivas.
Las puertas para TRAVESÍA: CONOCERNOS PARA TRANSFORMARNOS, abrieron ayer.
En Travesía te voy a enseñar, cómo ir al origen de tu aprendizaje, al origen de lo que te habita (desde la luz y la sombra = extrañas joyas ocultas y ego) para decidir aprender voluntariamente, y encontrarte, con lo que te espera del otro lado.
Para volver a lo real.
Para que tu ego (miedos, heridas, patrones, inseguridades) deje de regir tu vida.
Para que, al mirar atrás, puedas decir:
Esto es todo lo que he aprendido en esta travesía de regreso a casa (es decir, en tu vida).
Ufff. What a ride baby.
Qué gran viaje.
Y lo más importante: que yo decidí, que ese viaje fuera muy libre, muy mío, y muy elegido.
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Nos vemos del mismo lado.
A por ello.
O mejor: A por ella.