Llegó el tema de este Fragmento de tiempo distinto. Llegó hoy (que ya no es hoy, porque ustedes están leyendo esto desde el futuro), tras llorar lágrimas que salían de mis entrañas, tras decirle al cielo, con tono de reproche y de rendición, que yo estoy tocando a su puerta hace rato, que si es que acaso, no me ve?
Y lloré el dolor que me habita. La impotencia que me habita. El miedo que me habita. El cansancio que me habita.
Lloré recibiendo el sol en mi cara, filtrándose por la ventanita en el techo de mi baño (tiene eso un nombre? Sí, acabo de buscarlo en google: un tragaluz, claraboya (palabra proveniente del latín clarus y via), lucerna o lucernario. Poesía. Fuck me, de la belleza).
Lloré sintiendo que estaba en medio de una película, en el momento crucial en que la protagonista se pone de rodillas ante la vida, desgarrada, derrotada (no rendida, sino decidiendo rendirse), suplicando asistencia divina, cambiando adentro, sin saberlo todavía, y posibilitando, sin saberlo todavía, que las cosas empiecen a cambiar afuera.
Lloré, y viendo esa luz filtrándose por esa claraboya, lucerna, lucernario, tragaluz, iluminando mi piel, mis ojos, en el espejo, mientras lloraba, me encontré con la belleza, y procedí a convertirla en arte, a encontrarme con los ojos de la verdad (sin saberlo).
Me tomé tres fotos. La primera con la toalla todavía en el pelo mojado. Las dos siguientes sin ella. Y al mirarlas, me encontré con tal vez lo más real que me habita, que no había visto en una foto, antes.
Me encontré con una Luisa desnuda, sin coraza, sin armas en sus manos, sin ojos que sonríen (que también son reales), sin ternura, decidida a pelear. No pelear de lucha, sino pelear de hacer lo que estamos aquí para hacer. Con armas que no son armas, ahora al servicio de la aceptación radical de lo que es.
Me encontré con mi fiereza, con mi sacerdotisa guerrera, con mi decisión de caminar el camino, con mi i’m not fucking around anymore, con mi esta es quien yo soy, y esto es lo real que me habita. Sin retoques, sin agradar, sin suavizarme, ni a mí, ni a lo que sale de mí, ni a mis interacciones con otros. Sin camuflarme, sin búsquedas, sin mecanismos.
Y, lo más importante de todo, sin incapacidad.
Es decir: sin la historia que me dice que no soy capaz, y con esa magnitud arrolladora dentro de mí, para navegar todo lo que esta experiencia humana me entregue, porque para eso estamos aquí.
Me impactó ver, por primera vez en mi vida, cómo se ve lo real que me habita, cómo se ven mis ojos, cuando me hablan de amor.
Porque, aquí es donde llega el tema de este fragmento: dolor es sinónimo de amor. Lo que ocurre, es que nos han enseñado, y hemos creído, todo lo contrario.
Y ojo, aquí no estoy hablando de mártires, aquí no estoy hablando de sufrimiento ni de sacrificio, aquí no estoy hablando de mentalidad de víctima, aquí no estoy hablando de “porque te quiero te aporrio”, aquí no estoy hablando de “es que él es un hijueputa y me pega, pero esa es su forma de amar y cuando no está borracho no es así”. No. Si eso es lo que surge para alguien, es porque ahí está su aprendizaje, en aprender; que eso no es amor, y que, al permitirlo, no se están amando.
Estoy hablando de dolor como aquello que nos fractura el alma, y que, al sentir que se fractura, sentimos, que no debía ser así, que no debe ser así. Olvidando, que así es como debe ser. Que cuando duele, es porque alguien, en la distancia, nos está amando.
Y quiero empezar compartiéndoles un poema, que escribí hoy (que ya no es hoy), el mismo día de las lágrimas, y de la claraboya y de las fotos y de mis ojos con la mirada que es mía.
Poema
Dicen que lo difícil no es más que el recordatorio de que alguien nos quiere lejos en las estrellas cerca nos quieren. Y que cuando duele podemos elegir recordarlo saber que el dolor es amor en un cuerpo humano. Saber que lo difícil no es más que una puerta un camino una huella una ventana un susurro. Dicen que así susurran quienes no están aquí por medio de las lágrimas que derramamos por medio de los corazones que se rompen. ¿Si ves? dice el susurro ya te rompiste ahora nosotros podemos entrar. Ya estás abierta ahora puedes recordar que esto también es amor, amor. Y ahora puedes decidir amarlo. Buscar el amor que se filtra por las grietas. Buscar la luz que te mandamos. Recordar que con cada punzada te estamos diciendo que te queremos lejos desde las estrellas cerca te queremos. L.RR 6/9/23
Y es que nos quieren.
Cuando la vida duele, alguien nos está queriendo.
Y qué tan difícil, es recordarlo.
Y qué tan crucial, hacerlo.
Y yo hoy lo recordé, o más bien: pedí ayuda, para hacerlo.
Aunque no empezó así.
Me explico.
En medio de esas lágrimas, lo que le dije al cielo fue: por favor ayúdame. Pero muy rápidamente supe, que al pedirle eso al cielo, por favor ayúdame, lo que estaba diciendo, era:
Por favor soluciona esto.
Por favor haz que esto pare.
Por favor haz que esto se acabe.
Por favor sálvame.
Y la vida, y la asistencia divina, no funcionan así.
Y yo lo sé.
La vida no nos soluciona. La asistencia divina no está diseñada para que lo que nos duele, deje de doler. La vida no va a hacer que lo que asusta se acabe. La asistencia divina no está aquí para salvarnos.
Y yo lo sé.
Así que, rápidamente, al darme cuenta de que estaba pretendiendo no hacer lo que estoy aquí para hacer (vivir, y aprender, y caminar el camino) cambié mi mensaje. Y le dije a esa vida:
Por favor ayúdame a amar esto.
Por favor ayúdame a encontrar la verdad aquí.
Y lo repetí, y lo repetí, y lo repetí.
Y sentí una suave calma recorrer mi cuerpo.
Unicorns
Y quiero compartir algo aquí que me genera vulnerabilidad compartir, porque es muy mío, pero este fragmento es un Fragmento distinto, y por eso aquí elijo hacer lo que no suelo hacer, como compartir lo que voy a compartirles.
Yo tengo un solo oráculo. Solo uno. Y ese oráculo, es un oráculo de unicornios, obviamente. No sé cuándo me encontró. 2020? 2021? Pero me encontró hace ya rato.
Ese oráculo trae instrucciones para usarlo, y una de las instrucciones es invocar y conectarnos con nuestro unicornio guía, compañero, ser que está en el lugar donde no existe el tiempo, y que se manifiesta, aquí, cuando lo llamamos.
Pues cuando compré el oráculo seguí las instrucciones, me conecté con mi unicornio, y llegó claro y contundente: su color, el color de su cuerno, su fuerza tan absolutamente suave, su amor infinito e inmenso e incondicional.
Tiene nombre, que también llegó claro y contundente, “incambiable”, no elegido por mí: recibido. Solo así puedo explicarlo.
Y él me acompaña, desde entonces (y digo él, porque el nombre me suena masculino, pero podría no serlo, aunque en realidad; no importa). Aunque a veces, la mayoría del tiempo, se me olvida llamarlo.
Pues hoy lo llamé (que ya no es hoy), bajo esa claraboya, bajo esa luz, bajo esas lágrimas, y él llego, inmediatamente, como siempre. Y apoyó su cabeza al lado de la mía, y me llenó de lo que solo él puede llenarme. Es decir: yo, me llené de lo que solo yo puedo llenarme. La versión suave y amorosa e infinitamente inmensa de mí, que se manifiesta a través de T (primera letra de su nombre), que existe ahí, en el lugar donde no existe el tiempo, y que se manifiesta, aquí, cuando la llamo.
Ahora, por qué les estoy compartiendo esto de T?
Tal vez para decirles, que en medio del dolor, del miedo, y del no saber, siempre hay alguien escuchando, queriéndonos, y apoyándonos en la distancia, tan cerca. Lo único que hay que hacer, es llamarlos.
Y porque, vuelvo al comienzo, y al poema:
Cuando duele, podemos elegir, saber que el dolor, es amor, en un cuerpo humano.
Que cuando duele, se está abriendo la puerta, para volver al propósito, para encontrar al propósito, para honrar al propósito, para descubrir: por qué es que estamos aquí.
Que cuando duele, cuando la vida es difícil, cuando el corazón se rompe, o se abre, o se fractura, es la vida recibiendo la señal, de que ya existe un lugar, por el cual puede filtrarse la luz, es decir, el amor, que antes, no podía hacerlo, porque las puertas estaban cerradas.
Que cuando hay lágrimas, miedo, desesperación, esa es la forma, de quienes nos quieren, de decirnos, que nos quieren, en la distancia. De decirnos, que todo va viento en popa, que para eso, la vida nos tiene aquí.
No para sufrir, no.
Pero para que duela, y encontrarnos, con lo que está debajo del dolor.
O más bien, del otro lado del mismo.
Y encontrarnos, con quienes somos, cuando hemos decidido recibir al amor, que el dolor nos ha posibilitado encontrar.
Que de otra forma, no existiría.
Planeta Agua
Porque, para eso está diseñado este Planeta Tierra (que debería haberse llamado Planeta Agua, porque de agua estamos hechas, se nos sale por los ojos, y por la piel, y como ella, como esta Tierra, nos inundamos a veces, y así está bien).
Esta Tierra, esta Agua, está diseñada para ser la arena para volver a quienes somos. Y lo que somos (me excusan por el cliché) es amor. Pero esta Tierra, esta Agua, primero, está diseñada, para llevarnos a experimentar, todo lo opuesto, y así, descubrirlo, a ese amor; quitarle la tierra, a lo que nos impide serlo.
L.RR
Ejercicios de escritura
Y como este Fragmento de tiempo es distinto, quiero proponerles los siguientes ejercicios de escritura (que ustedes siempre pueden extraer de lo que escribo, haciéndolo suyo, haciéndolo propio, y llevándolo a sus vidas, y a sus latidos), pero que dejo aquí, de forma explícita, para honrar el carácter distinto de este Fragmento:
¿De qué manera podrías amar lo que hoy duele?
¿Cómo cambiaría la forma en que te vives esta situación, si no tuvieras duda de que es sinónimo de amor? ¿De que tiene un propósito de amor para ti?
¿Si el propósito de este Planeta Agua es que aprendamos, y que volvamos al amor que somos, cuál podría ser el aprendizaje para ti en medio de esta situación?
Si eliges responderlos, elige uno o los tres, y estará bien en cualquier caso.
Si eliges no responderlos, también está bien, basta con que permitas, que, como el agua, mis palabras te inunden (y lo digo porque estás aquí, leyéndome, para que en esa tierra que quedó mojada, pueda nacer algo, distinto, como este Fragmento).
Libros recomendados para recordarlo
Volver al amor – Marianne Williamson
Cuando todo se derrumba – Pema Chodron
*Y estos libros son de mi época en que leía libros de espiritualidad/desarrollo personal, y hace rato dejé de hacerlo, así que no son muchos los que podré recomendarles en el futuro, para que no me pidan recomendaciones adicionales pues mi lista no es extensa.
Novelas sí puedo recomendarles, y eso es lo que hago en mi insta @luisarobledorestrepo :)
Podcast recomendado para recordarlo
Yo no soy muy podcastera, pero a principios de este año, mientras navegaba una turbulencia emocional, MI SALVAVIDAS, fue el podcast de Oprah: Oprah’s Super Soul.
Aunque tal vez no tengan que ver con este tema puntual (aunque seguro sí), les voy a dejar aquí 2 episodios que aunque ya no me acuerde de nada, sé que me marcaron:
Aunque les recomiendo elegir cualquier episodio dentro del podcast, y seguro ese será el episodio para ustedes.
Episodios de Lo que nos habita podcast recomendados
para apoyarnos a transitar momentos difíciles
Dos canciones que me permiten sentir ese amor, es decir, esos susurros de quienes nos quieren, en la distancia, desde las estrellas:
Where Do The Children Play - Cat Stevens
Watch me - Labi Siffre
El soundtrack de lo real que me habita, que me recuerda dejar mis armas sobre el suelo:
Knocking on Heaven’s Door - RAIGN
(Traté de dejarles los links directos, pero no me dejó).
Así que.
Fue lo suficientemente distinto este Fragmento de tiempo?
Creo que sí.
Cierro con mi poema preferido de todos los tiempos:
Los usos del dolor (Mientras dormía soñé este poema) Alguien a quien amaba alguna vez me entregó una caja llena de oscuridad. Me tomó años entender que esto, también, era un regalo. Mary Oliver
Aquí el Fragmento Distinto #2: Oda a la valentía y sueños imposibles
Gracias, gracias, gracias por este fragmento. De verdad ❤️🩹 le has puesto palabras a lo que transito.