Querida K., esta carta es para ti, pero sin duda es para muchas
Carta en respuesta a algo que K. compartió dentro de Nuestra arena
Contexto: Nuestra arena es un contenedor compartido de trabajo interior (de ego), cuyo propósito es aprender a relacionarnos distinto con lo que nos habita, con nuestra humanidad, para llenarla de mayor compasión, mientras hacemos el trabajo, mientras vivimos. Como parte de este espacio, tenemos un grupo llamado Nuestra arena escrita, en el que las personas dentro comparten lo que están atravesando. En respuesta, yo les entrego mi mirada, también por escrito, de forma breve; a veces solo les doy las gracias por compartirlo; a veces tomo lo que compartieron para abordarlo en nuestras sesiones; y a veces, siento el llamado a responderles con mayor profundidad, por escrito (como esta vez).
De ahí nació la idea para esta sección dentro de los Fragmentos de tiempo.
Cuando alguien dentro de Nuestra arena comparta algo de forma escrita y yo sienta el llamado a responderle con mayor profundidad, también por escrito, nacerá un Fragmento en modo carta dirigida a esa persona. Que es para ella, pero que sin duda es para muchas.
Y anotación: en esta carta no respondo literalmente cada punto que esta mujer abordó, y no respondo de forma literal. Hay una mezcla entre lo abstracto (y tal vez poético) y lo más concreto. Esta no es una sesión de coaching por escrito. Esta es una respuesta escrita con el corazón, con algo de guía para seguir (si quien la lee, siente que le puede servir).
No siendo más.
Querida K.,
Los inicios son absurdos, pero en lo absurdo podemos encontrar belleza, una grieta, una mano (la nuestra) que nos saque (un poco) del agua, dándonos una nueva oportunidad para respirar.
O no.
Este no es mi inicio, no hay nada nuevo aquí para mí, todavía hay decisiones por tomar, siento que me falta tiempo para cerrar, para poder abrir, y se vale.
Se vale empezar después, se vale que yo elija cuándo el sol culmina una vuelta para seguir con la que sigue, se vale que me parezca ridículo el romance del mundo, pero se vale, recordar, que peleando con el romance del mundo, el mío no se va a romantizar.
–Y aun así, yo puedo seguir peleando, porque puedo elegir, darme el permiso radical, para que todo lo que esté, siga estando, hasta que poco a poco, pueda empezar a cambiar–.
Sobre los gatos con frío que no puedes salvar
Este dolor no es mío
Todo el dolor del mundo, fue elegido, primero, por quien duele
Por ellos que tienen frío
Aunque mi mente no entienda el cómo, ni el por qué, ni quiera creerlo
Vamos a hacer lo que vamos a hacer, y podemos hacer lo que podemos hacer, y tú ya lo estás haciendo, lo único que puedes hacer: la comida que has elegido darles y las casitas que construiste para ellos (no te enredes con si deberías o no estarlo haciendo; lo estás haciendo, elegiste hacerlo, y si puedes hacerlo, es porque está permitido).
Por lo demás, hay una elección ahí (suya, de eso dentro de lo que los habita que no podemos ver, que abordamos en la última sesión), que duele como el fuego que quema, sí, pero recordarlo; que ahí en esa experiencia que duele hay un propósito superior, es lo que va a permitirte que tu cuerpo no se convierta en ese recipiente saturado con el dolor del mundo que no es tuyo para cargar.
Sobre los miedos activados al 100 cada vez más notorios
Chasquea tus dedos trayéndote de vuelta cuando estés viviendo una realidad que no está aquí. Porque con cada miedo, cada que te vas con ellos, estás viviendo una realidad que no está aquí.
Cancelado roto deshecho
Cancelado roto deshecho
Cancelado roto deshecho
es lo que yo me repito como una demente no sé cuántas veces al día, porque, mi mente, como la tuya, cuando tiene rienda suelta es experta en vivir lo que no es, en irse con lo que no está aquí, que, al vivirlo con mi mente, al irme con ello, empieza a ser.
Pero, como estamos en este planeta para aprender a no evadir, paradójica y simultáneamente, cuando algún miedo aparece, yo me abro a la posibilidad de que aunque se manifieste, voy a estar bien. Me recuerdo, que esto que siento es miedo al miedo, y que llegado un momento de miedo que es, voy a recibirlo para atravesarlo, y en medio de todo, voy a estar bien.
Tráete de vuelta, porque ninguno de esos miedos está ocurriendo.
Ábrete a la posibilidad, de que si ocurren, vas a estar bien.
Recuerda, que el 90% nunca va a ocurrir.
Perdónate, cuando te ganen.
Sobre el: se siente grande todo lo que hay pendiente, ejercicio, tomar más agua, más cuidado en lo que como, dormir mejor, vitaminas, los cursos que tengo pendientes por ver, mis prácticas, terapia, mi relación, los libros iniciados, citas médicas, el dinero, el qué compartir, el no saber si seguiré tratando de […], comprar llantas nuevas al carro, volver a escribir… Y siento que la lista podría seguir.
Sí, la lista podría seguir. Por eso vas a decidir que no haya ninguna lista, y vas a empezar a entrenarte en estar con el segundo que está frente a ti. Hoy no hay nada que saber, nada que resolver, ninguna vida que solucionar ni descifrar ni planear. Hoy, este segundo, qué está requiriendo de mí.
Ya hablamos sobre los gritos y cómo nos piden que los gritemos.
Ya hablamos sobre la decisión de ponerte las botas de mujer madura para hacer lo que tienes que hacer (como lo que tus gatos requieren de ti).
Sobre esto último
En medio de esta vida que no para (y sí, eso es lo macabro del juego: no hay pausas, no hay stops para recalibrar, no hay paréntesis para recargar y seguir, ella sigue, con o sin nosotras), recibe esa obligación con esos gatos que son tuyos (los tuyos), como esa ventana de aire y de pausa (aunque conlleve acción) en medio de esa vida que nunca va a parar. Me explico.
Siempre que salgo a darles una vuelta a mis perros, llega el pensamiento: todas las personas que están siendo golpeadas por la vida, desde ese lugar de no encontrar el respiro o el propósito o la luz, deberían comprarse (o adoptar, no me vengan con quisquilleos) un perro.
¿Por qué? Porque sí o sí tienen que pararse a encargarse de él. Ya sea desde la alimentación, o desde el juego. Y aunque parezca todo lo contrario: una carga, cuando lo único que queremos es permanecer en nuestra oscuridad pasiva, ellos nos sacan, abren las ventanas para que se filtre la luz.
*Obviamente (y esto no es para ti K.); nunca decidan hacerse cargo de un animal si no van a poder cuidarlo como ese animal lo requiere, y lo merece.
Para cerrar, viene a mi mente este poema
Que tal, si tras años de juicio, un amor llegara y posara una mano sobre tu hombro y te dijera, tan tarde, tu vida no es un crimen. Joseph Fasano
Gracias, K., por la honestidad, por la crudeza, por escribir.
escribimos para iniciar nuestro año, el sábado 25 de enero vía zoom, para abrir una ventana por la que se filtre la luz. Para escribir listas que nos apoyen, o no escribirlas si no nos apoyan, y enfocarnos en cambio en el segundo que está frente a nosotras. Para recordar que hay un par de huellas al lado caminando con nosotras, aunque no las podamos ver. Para desacelerar: la única forma de recibir claridad, y de sentir (pero sentir de verdad). Hombres más que bienvenidos siempre. Aquí toda la información.
Y si, como K., quieren ser parte de un contenedor donde puedan escribir, permitirse ser vistas en lo que están atravesando, recibir guía, apoyo, miradas compasivas, y aprender a relacionarse distinto con lo que significa ser seres humanos, nos vemos dentro de Nuestra arena, pero en unos meses, cuando abramos puertas en abril para empezar (o seguir) en mayo.
Les regalo las palabras que K. me regaló a mí (gracias):
Porque eso es Nuestra arena: compañía, oídos, voz, espejo, y camino elegido que caminamos en compañía.