¿Se cerró la llave?
A veces se siente como si la llave (grifo) se cerrara.
Como si alguien dijera: ya no más.
Como si un decreto decretara: hasta aquí llegamos.
Tratándose de cualquier cosa: creatividad, plata, ganas, paz, la potencialidad de vivir una vida feliz, la potencialidad de vivir una vida tranquila, relaciones, historias, cuentos, vidas que antes vivíamos.
A veces, no se siente, a veces, lo es.
Cambió algo,
Dejó de estar.
Se ha ido.
Y algunas veces, no vuelve.
Pero muchas otras, la gran mayoría, no es que sea, es solo que así se siente.
Se siente.
Se siente como si la llave se cerrara.
Se siente como si alguien hubiera dicho: ya no más.
Se siente como si un decreto decretara: hasta aquí llegamos.
Se siente.
Y muchas veces, usamos mal el término.
No lo estamos sintiendo, lo estamos pensando.
Pensamos que la llave se cerró.
Pensamos que alguien ha dicho: ya no más.
Pensamos que el decreto decreta: hasta aquí llegamos.
Porque la mente piensa, genera creencias, cuenta historias, que luego nos lleva a sentir algo.
Están unidas: las creencias con la asfixia, tantas veces.
Es decir, lo que antecede (mente) a la sensación (asfixia), de que algo se ha terminado, de que algo ya no vuelve, de que la potencialidad de algo distinto, más nuestro, más feliz, o algo como lo que era, que era tan nuestro, tan amado, tan feliz, se acabó.
Asfixia como sinónimo de lo que sentimos, cuando es abrumador, cuando es difícil, cuando parece llevárselo todo, cuando viene de creer, o de sentir (omitamos las diferencias) que las palabras “para siempre”, que las palabras “nunca más”, son las dueñas del camino, del futuro, de todo lo que puede, o podía, ser.
Y sin embargo.
Hay llaves que se cierran.
Hay personas, situaciones, espacios que nos dicen: ya no más.
Hay decretos que decretan: hasta aquí llegamos.
Pero son pocos.
Frente a esos, cuando aparecen, cuando la finitud se hace presente, cuando reclama su espacio en la mesa, cuando llega a recordarnos que esta vida es solo un préstamo, hay una opción a elegir que es: devolver el préstamo, y sentarnos con lo que queda en su lugar.
En palabras más sencillas, más comunes, más universales, a lo anterior le llamamos: duelo.
Pero a lo demás, a esas aparentes “llaves cerradas” que no están cerradas, a esos “ya no más” que no existen, a esos “hasta aquí llegamos” que son imaginarios, le llamamos:
mente, transición, miedo, parálisis por análisis, movimiento, valles, espacio para abrirle espacio a algo más, entrenamiento en confianza, cenizas del ave fénix que pronto resurgirá en su vuelo, en su fuego, en su baile, en su vida, en su incendio abrasador, en su magnitud brillante, en todo lo que es, lo que puede ser, y lo que todavía no sabe que viene.
Tratándose de cualquier cosa: creatividad, plata, ganas, paz, la potencialidad de vivir una vida feliz, la potencialidad de vivir una vida tranquila, relaciones, historias, cuentos, vidas que antes vivíamos.
Pensamos, pensando en estas cosas (cualquiera de ellas), que cuando hay un valle, cuando hay un cambio, cuando hay algo que no se siente como lo que era, que se acabó la posibilidad de volver a ellas:
A la creatividad cuando no la vemos, a la plata cuando no llega, a la paz cuando se ha ausentado, a la potencialidad de vivir una vida feliz cuando pensamos que ya no es posible, a la potencialidad de vivir una vida tranquila cuando pensamos que ya no hay cómo, a las relaciones, historias, cuentos, vidas que antes vivíamos, y, que en este escenario de ave fénix, sentimos que dejaron de ser nuestras.
Lo siguen siendo.
Porque lo propio, cuando no es un préstamo, no hay forma de que deje de ser.
No para siempre.
Temporalmente, sí, a veces, normal, ese es el movimiento de la vida (las subidas y las bajadas en el electrocardiograma, remember?)
Porque estamos vivas.
Porque hay un corazón latiendo.
Y entre cada latido y latido, hay una pausa.
Y entre cada cima, hay un valle.
Y entre cada inhalación y exhalación, hay una pequeña apnea.
Y por eso.
Puede que se sienta como si la llave se hubiera cerrado.
Pero ¿quién dijo que no la podíamos volver a abrir?
Volverá a abrirse.
Que tus latidos te recuerden:
Volverá a abrirse.
¿Sostenemos la pausa, el cambio, el valle, hasta que la llave se abra de nuevo?