Empecemos por la sincronicidad más impresionante de todas
Sería 2018 ó 2019, no logro acordarme.
Lo que sé es que fue hace mucho.
Me acuerdo de mi pelo de antes (muy largo, muy liso, muy mono (rubio, teñido, casi blanco).
Me acuerdo de mi ropa (porque siempre me ponía lo mismo; todavía no me había reconectado con mi magia, con mis extrañas joyas ocultas, con mis colores, lo cual ocurrió después gracias al Camino del artista, y a todo el trabajo –de ego– que he hecho desde entonces).
Me acuerdo del lugar y del proceso.
Estaba en clase con mis profesoras en autoconocimiento, Olgui & Ani de @turumban, y ese día (sábado, teníamos clase los sábados por la mañana, cada 15 días, durante muchos años, presencial, porque no había llegado la pandemia, y luego virtual, cuando llegó).
Ese día la clase no era clase, sino que íbamos a construir una cartelera (un trabajo con nuestro subconsciente, pero NO era un mapa de sueños).
Nos dijeron que dividiéramos la cartelera en cuatro cuadrantes, ya no me acuerdo cuáles eran exactamente, y que pegáramos imágenes (de revistas que nos dieron) correspondientes a cada uno.
Al final, Olgui & Ani iban de cartelera en cartelera, ayudándonos a interpretar lo que nuestro subconsciente nos quería decir, de lo que nos hablaba pensando en las imágenes que elegimos (pero cuando estábamos haciendo la cartelera no sabíamos nada de eso; ni que la íbamos a interpretar, ni que era nuestro subconsciente hablándonos).
Cuando Ani llegó a mi cartelera, nos encontramos con que había MUCHAS personas negras. Muchas. Yo no lo había notado. Yo no elegí las imágenes pensando: me encantan las personas negras. Yo solo pegué imágenes que tenían latidos para mí, y la mayoría de ellas, eran de personas negras.
Lo que Ani me dijo y me ayudó a ver, fue algo como: hay una resonancia importante a nivel de tu alma, con la raza negra. Y piensa en sus características, y en las características que ves en las imágenes: alegría, color, baile, libertad, gozo. Tal vez eso hace parte de lo real que te habita, y que tú te has encargado de tapar, de negar, de reprimir, de rechazar, de ocultar.
Lo más impresionante de todo: todavía tengo la cartelera.
La tuve pegada durante muchos años en la pared de mi cuarto en el apartamento donde vivíamos antes. Cuando nos mudamos para la casa de mis papás, no la volví a pegar (porque sabía que me iba a ir eventualmente y relativamente pronto), pero la tengo ahí, en mi escritorio.
Cuando estábamos juntos en Palomino, le conté a M.
(También le conté que era el primer hombre negro con el que salía, y se puso muy feliz jajajaja).
Y hace una semana en uno de sus conversatorios, le dije a Ani: ¿y te acuerdas de que mi cartelera estaba llena de personas negras?
Sí, pensé en eso hace poquito.
Los tiempos
Mi último beso (antes de M.) fue casi exactamente el mismo día en que le di el beso a M., hace dos años. El 24 de junio de 2022 (lo sé, porque fue en el matri de una de mis mejores amigas, cero por ciento sobria, esa vez).
Y el beso con M. fue el 20 de junio de 2024.
¿Parece una locura tanto tiempo?
Lo es (para la mayoría de personas).
Y no lo es cuando lo real nos pide otra cosa.
¿Qué cosa?
Solo darme besos con personas que de verdad me gustan. Solo generar conexiones con las personas con las que QUIERO conectar, y no desde un lugar de carencia y urgencia y afán y autoabandono porque: “estoy sola, hace mucho no estoy con nadie, necesito estar con alguien, uno no debería estar solo tanto tiempo, etc. etc.”. Fuck that.
Y no por eso no se manifestaba mi ego con sus heridas.
Hace por ahí tres meses, salí a una cita con un hombre.
Fue una GRAN cita, me gustó el man (cosa que nunca pasa), quedé muy ilusionada.
Pero el man resultó ser un patán (o un cobarde, más bien).
Un cobarde que estaba loco por mí (desde hace varios años), y cuando por fin yo accedí a la cita, vio que yo era THE REAL DEAL, y que yo era mucho con demasiado jejeje, y que yo no iba a ser parte de ningún jueguito güevón, así que se asustó, y aunque no me ghosteó del todo (porque me llamó a las dos semanas), he didn’t show up como lo hace un hombre de verdad.
Y les estoy contando esto porque como él me gustó tanto tras esa primera cita y yo quedé tan ilusionada, mi mente (tendencia a la fantasía), ya estaba feliz porque: uy, siquiera, ya no voy a ir sola al matrimonio de mi prima (este que pasó, que era más o menos tres meses después).
Y entiéndanme: yo soy muy buena con mi soledad. Pero lo que pasaba con este matrimonio puntual, era que iba a estar una de las personas más importantes de mi pasado, con su nueva pareja, y eso activaba mi ego en modo: voy a estar como una güeva ahí sola bailando y él con la novia.
Pues.
No fui con el man de la cita (alabado sea el señor: GRACIAS A LA VIDA POR CERRAR PUERTAS QUE NO SON LAS NUESTRAS, PARA QUE LUEGO PODAMOS CRUZAR LAS QUE LO SON).
Pero ya para el matrimonio de mi prima, no estaba sola.
Aunque él no estuviera ahí, ya estaba con M.
SENTIRME TAN LLENA
Al día siguiente de conocer a M. (cuando todavía pensaba que iba a ser algo pasajero, algo de cuatro días, mientras seguía en Palomino), dije en una llamada de uno de los contenedores de los que soy parte como alumna:
Me siento TAN feliz, pero se trata de una felicidad profunda. No es una felicidad superficial fruto de la alta sensación de “estoy cumpliendo años, estoy de paseo celebrando, qué cantidad de dopamina”. No. Es una felicidad honda, profunda, real.
[Y lloré lágrimas hondas y profundas y reales –durante un buen rato– de felicidad, y de incredulidad, porque no podía creer que estuviera viviendo y sintiendo en mis huesos, los frutos del trabajo –de ego–].
Me siento tan llena, tan nutrida. I feel so deeply nourished. Y finalmente voy entendiendo ese “discurso lindo” que no entendía antes, o bueno, que entendía desde mi mente pero no entendía cómo lograr, y que pensaba que era solo eso: un discurso bonito. Hoy sé que es verdad. Hoy sé que ese discurso (que no lo es) de: llénate, encárgate de estar completa tú, contigo, sin buscar afuera, y desde ese lugar de completitud y de sentirte llena y nutrida y a gusto contigo, vas a convertirte en un match para tu persona, es real. Y hoy sé cómo se hace, cómo se logra.
Tanto, que desde ese lugar de sentirme tan llena, tan nutrida, tan feliz y completa conmigo, he atraído a unos hombres increíbles.
[Como una o dos semanas antes de conocer a M., tuve otra cita en Medellín con un hombre increíble. No fuimos un match y así se lo expresé al día siguiente, pero le dije que me sentía muy afortunada de haberlo conocido, y de poder cultivar una amistad de ser el caso. Así que hablé de este hombre en la llamada; cómo veía cómo ahora el movimiento de la vida (en cuanto a personas que estaba conociendo) se sentía más alineado, presentándome a estos grandes hombres. Y seguí contándoles sobre M.]
Anoche conocí a un hombre divino (increíble), es impresionante. Y sé que es algo pasajero [otra vez, eso era lo que creía, por un montón de motivos, el principal: este es un amor de verano, un amor de verano muy cortico porque lo conocí y me voy en tres días], pero sé que lo atraje desde ese lugar de apertura y de sentirme llena. Fue una gran noche, bailamos toda la noche, desde el principio yo le dije que solo íbamos a bailar (y a darnos besos jejeje). Y aunque sea pasajero, me sentí tan nutrida con la noche de anoche, y me voy a permitir recibirlo y disfrutar y live a little.
Y efectivamente, fue ese sentirme tan llena, ese ESTAR tan llena, lo que me permitió encontrar a M., o que él me encontrara.
Que nos encontráramos.
Y lo que quiero resaltar aquí es: aquí y allá les he dicho que fue una manifestación inmediata porque UN DÍA DESPUÉS de decidir quedarme para que la vida me encontrara, la vida (M.) me encontró.
Pero también les he dicho, que a esta manifestación le tomó sus buenos años.
Muchos años de soltería (y de soledad).
Muchos años de trabajo interior.
Muchos años de relaciones “fallidas” (que nunca lo son).
Muchos años. Punto.
Me acuerdo mucho de que en el 2022 tuve una gran certeza (una dolorosa):
FUCK.
Yo todavía no soy un match para ese hombre que me sueño. Yo todavía no soy un match para mi persona. ¿Soy yo la mujer que puede estar al lado de un hombre como él (como me lo soñaba)? No. Todavía hay mucho trabajo por hacer.
Y desde la ingenuidad, y el positivismo, y el “decrétalo”, la respuesta desde afuera, de parte de alguien que podría pensar que yo estaba siendo negativa o pesimista o muy dura conmigo, sería algo como: no pienses así, cree con cada célula de tu cuerpo que ese hombre va a aparecer en cualquier momento, tú eres una mujersota y lo puedes manifestar ya, atráelo, manifiéstalo, no le cierres las puertas.
Bullshit.
La vida –cuando la vivimos desde un lugar real– no funciona así.
La vida –para que nos entregue algo real– no funciona así.
Y efectivamente, me faltaban dos años de MUCHO trabajo (porque mi trabajo –de ego– hardcore empezó para mí a principios del 2023, sin desmeritar los seis años de trabajo previos).
Y aunque no sabía cuánto tiempo faltaría, hice las paces con ese tiempo, con esa certeza.
Listo, sé que no soy la mujer todavía que puede estar al lado de ese hombre. Sé que hay mucho trabajo todavía por hacer. Sé que me duele soltar la fantasía, la utopía, el sueño, de que para esta edad (en ese momento, 28 años) ya estaría casada con mi persona. Pero voy a aceptar radicalmente que esto es lo que hay. Voy a anclarme firmemente al presente. Y voy a sacar esta presión de la ecuación. Hago las paces con el hecho de que tal vez encuentre a mi persona en ocho, nueve años (cuando tenga ó 36, ó 37, ó 38, ó 39), y por eso mismo, mis hijos (en caso de que lleguen), también llegarán “tarde”, por ahí en nueve o diez años. Y así está bien.
Y aunque estuviera bien. Hice mi duelo primero. Y me permití seguir.
Y seguí.
Ahora sin fantasía. Ahora sin presión. Ahora sin expectativas por encontrarlo rápido. Ahora incluso sin buscarlo (lo que no quiere decir que no saliera en citas ni estuviera abierta a compartir con personas, pero ahora sin la expectativa de: de pronto esta sí es mi persona. De pronto la voy a encontrar hoy aquí. No. Porque ya sé que me voy a demorar en encontrarla).
Y desde ese lugar de sentirme tan llena, encontré a M.
***
Les iba a compartir también algunos diálogos exploradores del corazón –en el mejor sentido de la expresión– de parte de M., pero en este punto siento que los reservaré –en caso de que lleguen– para otro Fragmento de tiempo.
Gracias siempre por leerme.
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Y si conoces a alguien como Luisa (como yo), con ese anhelo por encontrar a su persona, con ese repertorio de “relaciones fallidas”, o de años y años sumándose de soltería (que parecen no acabarse), compártele este Fragmento, para que sepa que es posible, pero lo más importante, para que sepa que es posible, si hacemos el trabajo.
Y el trabajo lo hacemos en compañía en NUESTRA ARENA, que vuelve a abrir sus puertas en octubre (para empezar en noviembre).
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