Sobre la tibieza espiritual, sobre los "te quiero" vacíos
Algo de modo queja, algo de humanidad.
Admiro a esas personas que les dicen las amo a sus seguidoras. Miento. No las admiro. Acabo de leer un substack y al final la autora escribía: te quiero, nos leemos en una próxima edición (algo así). ¿Te quiero? Pero si vos no me conocés. Si alguien compartió lo que escribiste, llegué, te leí por primera vez, y no tengo ni idea de quién sos (ni vos, de quién soy yo), y tal vez no vuelva a leerte, y tal vez nunca te enterés de mi existencia.
Después de más o menos cuatro años, hace poco, le dije te quiero por primera vez a una de mis alumnas. Porque lo sentí en mis huesos, porque es verdad, porque la quiero, porque llevamos cuatro años caminando juntas, porque la conozco, porque la veo, porque sé qué es lo que la habita, porque hemos construido una relación.
Le digo te quiero a mi abuela, a mis tías cada que me despido de ellas, a mi papá, a mis pocas amigas (a veces), a mis pocos amigos (a veces).
Varias de mis seguidoras, cuando me escriben mensajes hermosos, al final (a veces) me escriben: te amo, Luisis. Yo lo recibo, y lo agradezco, y me estremece (porque sé que viene de un lugar real), pero no lo digo de vuelta. La mayoría me conoce más a mí de lo que yo las conozco a ellas (no las conozco). Me han recibido durante años; mis escritos, la vida (la mía) que comparto en esos escritos, o que comparto con mi voz. Yo las reconozco, sus nombres, sus usuarios, sus caras (a veces) cuando las he visto en clase (cuando me permiten verlas). Pero no las conozco. Por eso no se los digo de vuelta.
Tal vez hace algunos años, aunque no tenga prueba irrefutable de ello (no recuerdo un intercambio puntual) lo decía de vuelta, porque ¿cómo no? Es lo que se hace. Lo que se debe hacer. Lo amable. Lo amoroso.
Admiro hoy mi habilidad para hacer desde lo que es.
Antes admiraba a esas personas tan neutras espiritualmente, tan “compasivas”, tan “sabias” en su ecuanimidad, tan “punto medio”. Hoy sé que es puro miedo (con muy contadas excepciones). Pura fachada. Puro mecanismo inconsciente (o consciente). Puro: admírame, no te enfades, no pienses que me falta humanidad, sé testigo de los altos grados de espiritualidad que me habitan.
A lo largo de los años he visto a varias creadoras de contenido o influencers o lo que sea decir cosas como: mi comunidad es increíble, nunca he recibido un comentario de hate, no tengo haters.
¿Es eso increíble? O es eso fruto de un mecanismo muy instalado de: cómo hago para nunca incomodar, cómo hago para agradar, cómo hago para hacer feliz a todo el mundo.
Si tenemos haters, o gente incómoda con lo que compartimos, o gente a la que le genera resistencia lo que hacemos, o lo que enseñamos: algo estamos haciendo bien, mi hermano.
(Ya ya ya, lo escribo en masculino intencionalmente, porque así lo digo en mi mente, y aunque yo escriba mayoritariamente en femenino –porque la mayoría aquí somos mujeres, porque yo soy mujer– a fin de cuentas soy yo quien elige todo lo que hago, porque así lo quiero, y no para acomodar –o no incomodar– a nadie).
Compartí unas historias para visibilizar lo que está ocurriendo fruto de todo el discurso free-palestine, anti-sionismo (y lo que está ocurriendo es la puesta en riesgo de la vida de los judíos alrededor de todo el mundo, aunque tras el Holocausto la declaración haya sido: never again, el again ya está ocurriendo, increíblemente, y la única respuesta ha sido el silencio).
Un hombre me respondió con una postura diferente.
Respetuoso, sí, pero en desacuerdo, al fin y al cabo, y diciéndome lo poco educada que estaba, y lo mucho que necesitaba educarme.
Todo mi cuerpo se tensó, sistema nervioso activado, miedo y ganas de dejarlo en visto.
Le respondí.
Me volvió a responder con argumentos “educándome”.
Le volví a responder.
Lo nombro para decir que: 1) sin un ápice de duda, la Luisa de años atrás, sería la primera sumergida en el free-palestine y anti-sionismo. Agradezco a las personas que se han encargado de visibilizar algo diferente, algo que seguro en el pasado yo no habría podido recibir, no habría podido ver (demasiada resistencia, demasiada neblina) y que hoy recibo, que hoy veo. Una de ellas @lauramedinaruiz (en instagram). Pero este Fragmento no tiene el propósito de ser algo político. Así que punto dos. 2) Qué cojonudas las personas que se salen del “soy espiritual, punto medio, neutralidad”, y se atreven a compartir posturas que sin duda van a generar rechazo. O ni siquiera posturas, sino que se comparten desde lo real. 3) ¿Me incluyo dentro de esas personas cojonudas? Sin duda. 4) ¿Me falta muchísimo trabajo –conmigo, con mi ego, con mis patrones, con mis miedos– para ser libre verdaderamente de lo que el otro pueda pensar sobre lo que comparto, y para ser cojonuda de verdad verdad? Sin duda. 4) Entonces, ¿a quién admiro?
Admiro a quienes se atreven a mirarse, para poder compartirse desde lo que verdaderamente son (que, spoiler alert: al principio no tenemos ni puta idea de lo que es eso, yo todavía no lo sé). Admiro a quienes, sin saber nada, deciden dar un paso tras otro, para descubrirlo. Admiro a quienes crean por amor al arte. Admiro a quienes, cuando no son capaces de crear, se perdonan por no poder hacerlo.
–No hay nada que perdonar–.
Me encantó este fragmento! Tan real y transparente …. Y la ilustración está muy hermosa! Gracias