Lo difícil de cambiar patrones, es que viven en nuestros cuerpos.
Enero suele ser un mes retador para mí, que me revuelca (pero en magnitudes descomunales), o eso ha sido lo habitual los últimos años. Pues este año llegué a enero con la firme determinación de que sería diferente (sabiendo que igual es un fifty – fifty: no depende enteramente de mí), pero yo llegué con esa firme determinación: not again, no otra vez, esta vez será distinto.
Pues llegó el final de enero y adivinen qué: ENERO NO ACABÓ CONMIGO! Jajajaja. No hubo revolcada, no hubo montaña rusa, esta vez fue distinto.
Qué es lo que ocurre, y por qué es difícil decidir algo distinto: que los patrones viven en nuestros cuerpos. De alguna manera, en algún momento se instaló en mí, que enero era “revolcador”, y queda ese wiring, ese entramado instalado en mi cuerpo, que me lleva a replicarlo los años siguientes, de manera inconsciente obviamente, a menos de que haya una pausa para decidir algo distinto, y acciones alineadas también diferentes, para actuar acordemente con eso distinto que queremos crear.
Sin extenderme mucho: yo decidí que mi inicio de año empezaría en noviembre, y por eso fue que lancé Escribir para sanar desde noviembre, aunque empezáramos en enero (segunda sesión este domingo, las puertas estarán cerradas oficialmente tras esta sesión).
Decidí también, cada que llegaba mi mente a intentar cualquier amago de saboteo: nope. No. No. No. Literalmente, no puedo explicarlo de una forma más profunda o detallada que lo anterior. Llegaba mi mente a intentar hacer lo que ella hace, y yo le respondía: no. NO.
Y ahora estamos aquí, un 1 de febrero, con la “batallada ganada” (suena muy masculine, pero así se siente, pensando en mis años anteriores: como una batalla ganada, y qué tan increíble, es eso).
A mí también me cuesta volver
Creo que soy tan buena con los distintos tipos de patrones (tipos de ego), porque yo básicamente los tengo todos jajaja y en mí coexisten un montón de paradojas alrededor del funcionamiento de mi ego (que llevo ya un buen tiempo descifrando).
Por ejemplo; les compartía en Instagram que me pegó un virus hace 4 días ya, y que me cuesta entregarme a todo el descanso y el no-hacer que mi cuerpo me pide, porque “ya fue suficiente”, según mi mente, y PEOR: “estamos en enero! Iniciando!” (y sin embargo, hoy ya elijo desde el instante uno el descanso, porque el entrenamiento en trabajo de ego me ha permitido elegir, ahora sin demorarme tanto, ahora sin ir en contra de mí).
Y sin embargo (otra vez), muy fácilmente, al permitirme ese descanso y no-hacer (en el que llevo ya cuatro días), mi ego puede tender al colapso una vez está ahí, al: “ya no vuelvo”, letargo, parálisis, cómo salgo de aquí, para qué, no sé por dónde, no quiero, nada me parece suficiente como para volver…como si se hubiera apagado el motor.
Y por eso es que traigo el discernimiento (también fruto del trabajo de ego, te amamos), para que ese motor repose, pero sin apagarse: hoy, este es el grado mínimo de acción (como escribir este Fragmento), que me permite amar a mi cuerpo al seguir suministrándole dosis inmensas de descanso, y que al mismo tiempo impide que mi ego empiece a tomar las riendas, de mi mente, de mis días, al sacarnos de esa inercia/colapso.
–No por eso deja de costar volver–.
Pero volvemos.
(Y por ejemplo, mi mente, hasta este punto, mientras escribo esto, me ha dicho: qué bobada, no mandés esto, no siento que esto sea un Fragmento como tal, o mandálo solo como una nota en el chat, o no mandés nada, qué bobada….NOPE. Volvemos, grado mínimo de acción y declaramos suficiencia, y estamos con lo que es (esto).)
Vida romántica update
Les cuento que por primera vez en mucho tiempo (antes de enfermarme) tuve una cita romántica con alguien que ME GUSTÓ jajajaja. Les cuento también que se complicó un poquito la situación (larga historia), así que no creo que haya más historia aparte de esa primera cita.
Y sin embargo, se los estoy contando, porque en medio de esa “larga historia”, pude elegir diferente. Me encontré con una nueva versión de mí, abierta a elegir diferente, a no actuar desde ese patrón instalado en su cuerpo, aunque actuar desde ahí fuera lo más cómodo, lo fácil.
Me encontré, sí, con los patrones de siempre activándose, con la tendencia de mi cuerpo y de mi mente, a llevarme por los mismos lugares (es inevitable, mientras estamos en entrenamiento).
Me encontré, también, con el enorme regalo, con la habilidad, esta vez, para decidir: sabes qué, así es como me lo quiero vivir. Sabes que, sí, aquí me desestabilicé un poquito, aquí ganó el patrón, pero aquí decido actuar en coherencia otra vez, con algo distinto, y vuelvo y elijo.
Luisa misterio, ya sé. Pero creo que no hacen falta los detalles. O tal vez en alguna clase, tal vez en el tiempo que no existe todavía.
Sin detalles, cierro diciendo: lo difícil de cambiar patrones, es que viven en nuestros cuerpos, y sin embargo, si viven en nuestros cuerpos, y si ya los vemos, es porque también vive en nuestros cuerpos la posibilidad de transformarlos.
La posibilidad de volver, aunque nos cueste.
La posibilidad de elegir hacerlo diferente, aunque siempre esté el fifty – fifty (la vida también haciendo su parte).
La posibilidad de dejar de pelear con aquello que sigue activándose (y que seguirá haciéndolo).
La posibilidad de que aquello que se ha activado siempre, deje de activarse siempre.
La posibilidad de sorprendernos, gracias al trabajo que hacemos, para aprender a amarnos.
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Segunda sesión y último llamado (ahora sí) para unirte a Escribir para sanar, este domingo.
Pronto: Lo real que nos habita al servicio de la creación.