Cuando venimos a la costa, duermo en una casita diminuta que queda detrás de la casa principal, cruzando la carretera. Por la noche, cuando recorro el camino devuelta, sintiendo el aire caliente, húmedo y lleno de estrellas, siempre viene a mi mente la misma frase, del mismo poema.
«Todos los días, al oscurecer, ella sale a encender su lámpara para alumbrar el camino solitario.»
Me lo regaló la misma persona que me regaló tantos otros poemas, y que se quedaron aquí, conmigo.
El poema completo dice así:
«Todos los días, al oscurecer, ella sale a encender su lámpara para alumbrar el camino solitario.
Es aquel un camino que nadie cruza nunca, perdido entre las sombras de la noche y a pleno sol perdido; el camino que no viene de ningún lado y a ningún lado va.
Briznas de hierba le brotaron entre las hendiduras de la piedra, y el bosque vecino le fue royendo las rodillas, lo fue atenazando con sus raíces…
Sin embargo, ella sale siempre con la primera estrella a encender su lámpara, a alumbrar el camino solitario.
Nadie ha de venir por este camino, que es duro y es inútil; otros caminos hay que tienen sombra, otros se hicieron luego que acortan las distancias, otros lograron unir de un solo trazo las rutas más revueltas…
Otros caminos hay por esos mundos, y nadie vendrá nunca por el suyo.
¿Por qué entonces la insistencia de ella en alumbrar a un caminante que no existe?
¿Por qué la obstinación puntual de cada anochecer?
Y, sobre todo, ¿por qué sonríe cuando enciende la lámpara?».
Dulce María Loynaz, Poemas sin nombre
Me estremece siempre, con su belleza, y con su verdad (tantas verdades, como personas existan).
Por qué recorrer un camino solitario, a veces duro, a veces hostil? Un camino que nadie cruza, perdido entre las sombras de la noche y perdido entre la luz del sol. Por qué no elegir uno con más sombra. Por qué no elegir uno más corto. Por qué salir a alumbrarlo con la primera estrella, y por qué, sobre todo, sonreír cuando lo alumbramos. O mejor, por qué sonreír cuando lo recorremos?
Y mi verdad, y mi respuesta, es:
Porque sabemos que es el nuestro.
Porque yo sé que es el mío.
Porque hay tantas personas que vienen detrás, al lado, adelante.
Hay otras caminantes, que aunque invisibles (a veces), caminan tras esa luz que alguien dejó encendida, que alguien enciende, con la primera estrella, todos los días, al oscurecer, y ella lo sabe, y por eso, sonríe. Al encenderla, y mientras camina, persiguiendo la luz que ve por allá.
No es cierto que nadie más recorra ese camino solitario. No es cierto que tenga que serlo. No es cierto que de ningún lado venga, y que a ningún lugar va.
Viene de quienes hemos sido, y nos lleva a quienes ya estamos siendo, y a quienes seremos, que nos esperan.
Viene de las estrellas, esa misma primera estrella luminosa que indica que es hora de encender la luz, y a esas mismas estrellas regresa; a esa misma primera estrella luminosa nos está tratando de llevar.
Tratando, porque no todos lo recorren.
Porque lo corto es más rápido.
Porque la sombra da menos calor.
Porque lo inundado de gente se siente más seguro, menos solo.
Porque recorrerlo, a ese camino nuestro, es siempre una elección.
Y las caminantes solitarias, que ya no lo están, porque caminan juntas, son quienes lo han elegido, a ese camino lleno de maleza entre las piedras, a ese camino lleno de dientes de león por todas partes.
Y son esas mismas caminantes solitarias, que ya no lo están, quienes, tras caminar un tiempo, encienden la luz con la primera estrella, cada anochecer, para que otras caminantes, sigan esa luz que ven en la distancia. Y la siguen, para encontrarse, con quienes las esperan, y con quienes luego, vendrán después.
*
Como casi siempre, una invitación a caminar juntas, a recorrer un camino con una luz que alumbra, para que la sigamos, para recordar por qué lo hacemos, para encontrarnos con lo que se encuentra del otro lado, y con otras caminantes, con las que compartimos latidos, en Escribir para sanar & descubrir lo que nos habita.
Auguro magia, auguro profundidad, auguro conjuros mágicos llenos de luz en forma de escritos muy nuestros, auguro cercanía, auguro transformación, auguro círculos inundados con nuestras voces que laten, con nuestras voces que escuchan.
Auguro tiempo lento, que pasa tan rápido, auguro sumergidas en lagunas llenas de flores de loto, auguro descubrimientos, auguro preguntas, auguro respuestas, auguro indagaciones del corazón, para hacerle caso.
Auguro escritura de esa que sana, aunque las heridas tarden un poco más de tiempo en cicatrizar. Auguro la libertad que trae el papel cuando recibe letras. Auguro tinta que lleva nuestros nombres, y nombres que el viento lleva lejos.
Me parece increíble decirlo, pero empezamos este mes.
Encuentras toda la información de Escribir para sanar & descubrir lo que nos habita, aquí.
PD. Si ya fuiste Escritora para sanar en el pasado, ya dije que vuelve distinto, remasterizado, expandido, y con un potencial multiplicado de transformación? Sí, ya lo dije, y lo vuelvo a decir, porque te esperamos.
Ya son varias Escritoras para sanar del pasado, que han decidido volver al origen, juntas.
Escritores muy bienvenidos.
Nos vemos del mismo lado de la escritura del alma, aquí.
Y les dejé un mensajito en nuestro chat de los Fragmentos, aquí.