Hoy llegué a escribir (como siempre).
Llegué a escribir para mí, más en modo morning pages, páginas matutinas, hábito que estoy retomando, porque la vida me lo ha pedido.
Escribí en modo páginas matutinas, y cerré escribiendo “y ahora escribimos”.
Un poquito paradójico, porque ya estaba escribiendo, pero lo que quería decir, es que ahora dejábamos de escribir en modo páginas matutinas (y si no tienen idea de qué estoy hablando, lo hablaremos en Escribir para sanar 2024, les dejo una info importante al final), y empezaba a escribir en modo poesía.
Pero lo que ocurrió fue que como lo escribí en ingles, terminé escribiendo lo siguiente:
Now we write.
Now we are free.
Ahora escribimos.
Ahora somos libres.
Y en el instante en que terminé (o empecé) a escribir esa segunda frase, llegaron las cosquillas.
Yo no sé si ustedes me entienden cuando yo hablo de las cosquillas (y si ustedes también las sienten, me encantaría leer su experiencia de vuelta), pero es que no sé describirlo de otra forma.
Es un estremecimiento, una electricidad que me recorre, algo que SIENTO, pero que siento de verdad, que genera un cambio en mí, es como un shift corporal que me lleva a conectarme a una frecuencia mas profunda, más real, mas anclada, más “no-mía”, más sutil y fuerte a la vez.
Y no lo experimento como algo sobrenatural en términos de sensibilidad energética (aunque sé que lo es) sino como algo corporal (y estar verdaderamente en nuestro cuerpo, es tal vez lo más sobrenatural energéticamente hablando que existe, lo más poderoso y trascendental a la vez),.
Escribí en mi libreta, al empezar a sentirlas:
Siento las cosquillas
Siento mi pussy electrizada
Siento los ojos querer cerrarse
Los cierro
Siento la respiración agitada
Tengo que abrir el pc.
Y abro el pc, este documento que ya para ustedes es un correo, y empiezo a escribir.
Con la sensación electrizante, con las cosquillas que no se van, con los ojos cerrados, con la sensación apremiante, grande, distinta, inmensa, que no sé explicar, pero que creo que ya lo hecho.
Y no quiero que piensen que hay algo mal con ustedes o “superior” en mí si no sienten esto que describo.
Pueden ocurrir varias cosas:
Que lo sienten haciendo otras cosas
Que lo han sentido, pero no le han parado bolas (como yo, que siempre que sentía escalofríos, pensaba que era frio, y no sensibilidad)
Que lo han interrumpido cuando empieza a aparecer
Que no han cultivado el espacio para que se manifieste (y está bien, y es normal, pero sin duda, está esperando a que lo cultiven)
Pero de eso no quiero escribir aquí, de lo que quiero escribir, es de aquello que escribí que me llevó a sentir las cosquillas:
Now we write.
Now we are free.
Ahora escribimos.
Ahora somos libres.
Así que ahora escribo:
Si la escritura fuera una casa sería una casa en el cielo pero muy anclada a la tierra con raíces gigantes de esas que subía el niñito en el cuento con el gigante Una casa en el cielo llena de cascadas flotantes de hiedra de rosas del color de las toronjas rosadas de árboles centenarios de esos que dan columpios de tanto verde y tanto azul como en Avatar como Atlantis como todo lo que es cierto como todo lo que está aquí anclado en este corazón que recuerda Si la escritura fuera una casa sería una casa con paredes transparentes llena de ventanales por los que incesantemente sin tregua se filtra siempre la luz excepto cuando es hora de soñar Si la escritura fuera una casa estaría en medio de un bosque que se tiñe del rosado del amanecer un amanecer que entra por esas ventanas traslúcidas que lo empapa de todo de vida de tiempo de viento de certezas de la decisión de intentarlo otra vez Si la escritura fuera una casa tendría su suelo de madera su techo de madera un techo plano una azotea con una escalera de caracol de esas de cuento de esas de otros tiempos primero, llega a la buhardilla luego, a la azotea Si la escritura fuera una casa tendría agua salada de mar llena de lágrimas que esas curan llena de las profundidades que son nuestras llenas de algo ahí abajo que gesta burbujas que nos sostiene en la distancia. Si la escritura fuera una casa tendría todos los colores que llevan nuestros nombres sus puertas abiertas cuadros con las palabras libertad sol tiempo libros llenos de las historias de otros cuerpos que compartirnos. Si la escritura fuera una casa sería la nuestra en la que ahora somos libres. Y ahora somos libres porque escribimos. Porque lo derramamos todo en el papel que siempre recibe porque abrimos los cajones de las tierras perdidas que aunque cerrados nunca se fueron para ninguna parte Porque al abrir esos cajones le permitimos al dolor matarnos para poder seguir vivas Porque escribimos lo oscuro los pozos las tormentas el huracán y luego le decimos a eso que escribimos no todo es azul profundo del fondo del mar no todo es un cielo roto lleno de agua aquí también hay, destellos rosados Y escribimos esos destellos rosados eso que también es cierto menos pasado más liviano eso que se convierte en risa en respiración fácil en la confianza que será nuestra Y ahora somos libres porque al escribir destruimos las paredes rompimos el candado abrimos la llave para llorar y para reír y para saltar y para pausar y para seguir caminando todo al mismo tiempo. L.RR 3/11/23
*
Termino de escribir y se van las cosquillas.
He hecho lo mío.
He cumplido mi parte.
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Abriremos oficialmente las puertas para Escribir para sanar & descubrir lo que nos habita 2024, el 11/11, pero ustedes, por estar aquí, van a recibir la info antes, y, si sienten el sí antes de que se agoten los cupos, podrán llevárselo también a precio especial de preventa.
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Nos vemos del mismo lado de la escritura, del autoconocimiento, y de la transformación (y a propósito de este Fragmento, DE LA LIBERTAD).