Me despierto y son 4 mujeres más listas para Travesía 2.0: Conocernos para transformarnos. Waaa.
Lo que quiere decir que este momento, SON 15 PERSONAS LISTAS PARA TRAVESÍA 2.0, un hombre dentro de ellas (y lo nombro, para que los demás hombres que me leen, sepan que de este mismo lado hay espacio también para ustedes).
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Y en este Fragmento de tiempo, quiero hablarles de una decisión muy chiquitica, y muy gigante, en mi vida, aparte de las 18 que les compartí en el último Fragmento.
Todas las mañanas, cada que me siento en una silla que hay afuera en la grama en mi casa, viene a mi mente una frase que es: yo decidí mojarme.
Y estaba en deuda de contarles la historia tras esa frase, que es la decisión de la que aquí les hablo, desde hace ya varios días.
Y la historia es la siguiente:
Desde hace mucho rato, yo quería sentarme por la mañana afuera para ver el amanecer (lleno de colores o gris, no importa), y para contemplar la mañana tras el amanecer.
Sin embargo, el dilema era: si hay una silla afuera, la silla va a estar mojada.
Porque no hay un espacio cubierto pero abierto en el cual pueda sentarme, y porque yo tampoco quiero un espacio cubierto pero abierto, yo quiero un espacio abierto del todo, y porque sé que no voy a estar sacando una silla de adentro y poniéndola afuera y después volviéndola a entrar.
Entonces, ¿qué hago? Si la silla que hay afuera, va a estar mojada.
Decidir mojarme.
Todos los días, porque todos los días la silla amanece mojada –unos más que otros– decido mojarme.
Me siento en la silla, así como está, sin limpiarla, sin secarla, sin ponerle algo encima (porque todo eso es complique y enredo y a mí no me gusta enredarme), y me mojo.
Todos los días, decido mojarme.
Me siento e inmediatamente siento mi sudadera (pantalón aquí en Colombia) humedecerse con el agua de la silla.
Y yo decido estar ahí, con mi sudadera mojada, con mi chaqueta mojada contra el espaldar, con lo que hay.
Porque el pantalón va a secarse.
Porque la chaqueta va a secarse.
Porque yo no soy de azúcar y no me va a pasar nada si me mojo.
Porque a cambio, puedo sentarme a contemplar el amanecer y la mañana, puedo sentir la manga helada bajo mis pies, puedo leer sobre esa silla, puedo sumergirme en mis mañanas lentas, puedo hacer lo que quiero hacer, lo que tiene latidos para mí, y lo único que me pide la vida, a cambio, es mojarme.
Y yo decido, que así sea.
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Para mis personas de Lo que nos habita al servicio de la creación (MasterClass de 4 sesiones, todavía puedes comprar las grabaciones si no fuiste parte, muy inmensas), la silla mojada sería el equivalente de la fricción, de la que les hablé en la MasterClass.
La silla mojada (fricción) es lo maluco, lo incómodo, la parte que no nos gusta, la parte que quisiéramos que fuera distinta, la parte que quisiéramos evitar, la parte que nos cuesta.
Pero al mismo tiempo, la silla mojada (fricción), es lo que nos va a permitir, generar esas chispas, es decir, llevarnos a lo que se encuentra del otro lado.
Pero para eso, sentarnos en la silla mojada (sentir la fricción), ES UNA DECISIÓN.
Y si lo decidimos, aceptamos radicalmente lo que trae, asumimos la decisión de sentarnos en ella, y la decisión de generar la fricción (que cuesta, pero que ilumina al mismo tiempo).
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Así que.
¿Cuál es (o podría ser) tu silla mojada?
¿Qué sería para ti decidir mojarte?
¿Dónde está la fricción para ti?
Y por ende:
Dónde están tus amaneceres, tu grama helada, tus latidos.
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Nos vemos en Travesía 2.0: Conocernos para transformarnos, para descubrir todo lo anterior. Y no solo para descubrirlo, sino para actuar acordemente.
A por esa Travesía muy nuestra.
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