Este 29 de noviembre que pasó (2 + 9 = 11, del mes 11 = 11/11/23, obviamente), recibí los ejemplares de la segunda edición de Lo que queda después del sol.
Ese día la frase que atravesó mi mente fue: las coexistencias en mi vida son ridículas (y perfectas). Esta foto, de ese mismo día, tal vez lo explica mejor:
Y aunque era un día muy feliz, por obvios motivos, las lágrimas de la foto no eran de felicidad.
Eran fruto de eso: de sostener una coexistencia difícil, en un día feliz, o que debía ser feliz.
Lloré como no había llorado en un buen tiempo (tal vez desde la foto de sacerdotisa guerrera del Primer Fragmento Distinto, les dejo el link al final).
Lloré esas lágrimas guturales que te dejan a rastras en el suelo “sin entender qué paso, y cómo todo pudo haber terminado (fragmento de uno de los poemas de Lo que queda después del sol, aunque nada hubiera terminado, en este caso).
Pero, y este es el lado luminoso, y el propósito de las lágrimas y del dolor en este planeta: quedé más abierta que nunca.
Generé espacio en mi sistema.
Aunque pienso que cuando algo así ocurre: sentir lo difícil, permitir las lágrimas, estar en el suelo, que se genere espacio dentro, el resultado de esa apertura lo vemos después, no inmediatamente, aunque inmediatamente, sentimos el peso que se ha ido, que ya no cargamos (no en ese instante), al permitirnos simplemente llorar, simplemente sentir (pero sentirlo todo, y sentirlo de verdad).
Pienso en una frase que he visto mucho rondando en Instagram que dice algo como lo siguiente:
Sí, meditar y los baños de hielo y tener una coach y cargar tus cristales y todo eso es chévere. ¿Pero alguna vez te has permitido sentir tus emociones completamente?
Y me parece tan acertada, porque tal vez el motivo por el que estamos en este Planeta (Agua) es ese:
Sentir nuestras emociones de verdad.
Trazar un túnel a través de nuestros huesos, de nuestra piel, de nuestros órganos, para que ellas puedan pasar, llegar, ser sentidas, salir, irse. Dejar de estar. Atrapadas, estáticas, enquistadas, quietas, inmensas, destructoras (o eso cree nuestra mente).
Un túnel es un espacio de vacío y de espacio (valga la redundancia) en medio de algo sólido.
Un túnel es esa ruta que genera eso: espacio donde antes no existía.
Permitirnos sentir nuestras emociones, por más lugar común que hoy suene (todos los clichés son clichés porque son ciertos), es sinónimo de construir ese túnel en nuestro interior, para que el espacio nuevo, ahora lleno de aire, libere lo que antes estaba cubierto, bloqueado, rígido, cerrado.
Permitirnos sentir nuestras emociones, es sinónimo de hacer el trabajo, de decirle a lo que hay:
Hola. No sabía que estabas esperándome. Ponte cómodo. Puedes quedarte un rato. Y cuando estés listo para irte. Cierra la puerta al salir.
*
Al escribir esto, me di cuenta de que no es mío, no completamente, de que es una adaptación inconsciente que ahora hago consciente, de uno de mis poemas favoritos de todos los tiempos. Esa parte del poema dice así:
Cuando el Amor llegue, dile: bienvenido, ponte cómodo.
Si el Amor se va, pídele que deje la puerta abierta al salir.
Apaga la música.
Escucha el silencio.
Susúrrale,
Gracias, por haberte detenido aquí.
- Sarah Kay & Phil Kaye
*
La diferencia es, que yo escribí que cerrara la puerta al salir, mientras que el poema dice que la deje abierta.
Emoción difícil: puedes cerrar la puerta al salir, no tengo que cargarte más.
Amor: puedes dejar la puerta abierta, tras irte, alguien más estará llegando.
Pero aquí entran las anotaciones, que lo permean todo.
Emoción: aunque te vayas y cierres la puerta, sé que tantas emociones más, me pedirán que vuelva a abrirla, y yo estaré dispuesta a dejarlas entrar.
Amor: aunque dejes la puerta abierta al marcharte, tal vez nadie la vea, o nadie la cruce, en un buen tiempo, y así está bien.
Amor: en realidad nunca te vas.
Lo único que necesitamos es amor.
Encuéntralo dentro de ti, y a dónde quiera que vayas.
Escúchalo en el rugir del viento, y en el crujir de las hojas.
Siéntelo en tus dedos rozando tu piel.
En las palabras de las personas que te quieren.
Y en las acciones de aquellas que, no te quieren tanto.
Encuéntralo en los ojos de los niños, y de los mayores.
Encuéntralo en el recuerdo del momento más feliz de tu vida.
Y del más triste.
Encuéntralo escrito en las paredes.
Y en objetos dejados atrás en las calles que una vez fueron muy amados.
Encuentra el amor donde quiera que vayas.
Al fin y al cabo no es difícil verlo.
14 de noviembre de 2018
L.RR
*
Volviendo al comienzo.
Las coexistencias en mi vida son ridículas (y perfectas).
También encuentro al amor ahí.
*
Hoy inicia Escribir de regreso a casa, nuestro ritual de escritura de cierre de año, y apertura al próximo, para encontrar el amor en lo que es, en lo que hay.
Vamos a escribir durante 11 días, recibirán 7 ejercicios de escritura muy amados lo largo de los mismos, haremos una práctica de gratitud en compañía y cerraremos con un taller online en vivo de escritura, para escribir y conectarnos con nosotras, con lo importante, con nuestros latidos, con lo real.
Hoy empezamos con nuestra práctica de gratitud, y hoy reciben el primer ejercicio.
Escribiremos para anclar, cerrar, sentir, soltar, reconocer, liberar, aceptar, contener-nos, abrirnos a recibir y a crear lo que viene, y para agradecer.
Puedes darte este autoregalo por 33 USD o 122.000 COP.
Hombres súper bienvenidos.
Aquí encuentras toda la info y la opción de inscribirte.
Nos vemos del mismo lado de la escritura de regreso a casa.
Ese poema tan bello lo escribiste un día de mi cumpleaños: 14/11/2018 hace 6 años, jeje gracias sigue siendo un hermoso regalo.