El 2 de agosto de este año –fecha muy sincrónica, pensando en Lo que queda después del sol y les hablé sobre las sincronicidades alrededor de esta fecha en un Fragmento anterior, les dejo el link al final– recibí, casi dos meses después de mi cumpleaños (se demoró un poquito en atravesar el Atlántico), un regalo de cumpleaños de una de ustedes, ahora amiga.
Ese libro fue la poesía reunida de Elvira Sastre: Lo que la poesía aún no ha escrito.
El prólogo es una belleza, y sin embargo, cuando lo leí algo me llamó la atención, que transcribo aquí (las negrillas son mías):
“Elvira Sastre es una poeta de las que no hay; le sobra talento, pero sabe administrarlo; es inteligente y demuestra que se toma en serio lo que escribe, porque tiene la única relación sensata que puede tenerse con la celebridad, sea mayor o menor, literaria o de cualquier otra clase: no creérsela. Sus poemas me gustan porque son ambiciosos y ella porque es humilde, y además lo es cuando resulta menos común: cuando va ganando”.
Cuando leí lo anterior, sentí esa punzadita (EGO) que me dijo: yo debería ser más como ella, más modesta (EGO).
Lo que ocurre: es que YO YA ERA MÁS COMO ELLA (EGO). Lo fui toda mi vida. Modesta y humilde y sin creérmela. Y mi tendencia, mi automático, es decir mi ego, es ser como ella. Y esa tendencia, sigue muy viva, a veces.
Y ha requerido un gran entrenamiento (trabajo de ego), decidir algo distinto, porque la modestia, y la humildad tal como la conocemos, y el no creérnosla, son absolutamente egoicas, las más de las veces.
Creernos el cuento
En estos días estaba con dos amigos (amigo y amiga) que son docentes en dos universidades aquí en Medellín.
Estaban hablando de sus clases, de sus alumnos, y en un punto mi amigo dijo: en realidad Luisa también es docente. Y yo respondí: pues sí, pero distinto, a lo que mi amigo respondió: docente al fin y al cabo, cada uno enseña lo que sabe. Y yo dije: es cierto.
Y es cierto.
Pero lo que apareció en mi mente, desde mi tendencia modesta, desde mi tendencia que no se cree el cuento, que le resta tamaño a lo que hace, es que yo en realidad no preparo tanto mis clases, yo no entro en ese modo preparación de lo que voy a enseñar como lo mencionaban ellos, y por eso sentí: yo no soy docente como ellos.
Y sin embargo, el no preparar mis clases no es del todo cierto.
Porque lo que ocurre, es que yo hoy no preparo casi mis clases, porque me pasé todo el 2019, 2020, 2021, y principios del 2022, preparándolas.
Solo que en un punto, decidí muy voluntariamente y con un terror profundo, soltar el guion, y enseñar sin “prepararme”.
Pero lo que ocurre, es que esa preparación de todos esos últimos años enseñando (y aprendiendo, antes de eso, y paralelamente), es la preparación que hoy no necesito concretar en una sesión de preparación previa, para mis clases, porque esa preparación ya está dentro de mí.
¿Me entienden?
Solo que hace falta mucho creernos el cuento, y mucho valor, para actuar acordemente con esa decisión de soltar el guion –o soltar lo que sea que aplique–, y recordar que ya estamos preparadas –para lo que sea que aplique–.
Es decir: para confiar en lo que nos habita, y actuar acordemente.
Una vez una mujer se acercó a Picasso en un café en París, le pidió que dibujara algo rápido en una servilleta, y le dijo que estaría feliz de pagarle lo que él creyera que valía. Picasso accedió, hizo un dibujo en cuestión de segundos y luego le dijo:
“Serían diez mil euros”.
“Pero si te tomó treinta segundos dibujar eso”, respondió la mujer asombrada.
“No”, respondió Picasso.
“Me ha tomado cuarenta años dibujar eso”.
Y volviendo a la modestia, para salir de la misma, si eso hace parte de nuestro default, de nuestro ego, se requiere mucha valentía. Porque, y el prólogo en cuestión es un gran ejemplo de ello:
La modestia es alabada, celebrada, y esperada incluso, especialmente de parte de las mujeres.
Y la modestia, en últimas, es una forma de decir: esto mío no es tan grande. Esto mío no es tan valioso. Es una forma de no darle el tamaño que es, al tamaño que tiene. Es una forma de no escribir nuestro nombre completo. Es una forma de no mostrar nuestra cara. Es una forma de no decir: sí, yo he construido esto, y yo me he traído aquí, y este talento es mío.
Dos grandes categorías de egos
¿Y por qué digo que la modestia, y la humildad tal como la conocemos, y el no creérnosla, son absolutamente egoicas, las más de las veces, y no todas las veces?
Porque hay distintos tipos de egos, y podemos hablar de dos grandes categorías de egos: los egos superiores y los egos inferiores.
Sus nombres los autoexplican.
Egos superiores: su mecanismo es situarse, mostrarse, pensarse como superiores al resto, y actuar desde ese lugar.
Egos inferiores: su mecanismo es situarse, –no mostrarse– o mostrarse y pensarse como inferiores al resto, y actuar desde ese lugar (aquí va el síndrome dele impostor, por ejemplo).
Ninguno de los dos es real.
Y aunque no me voy a detener aquí (sin duda lo abordaremos en: LO REAL QUE NOS HABITA, nueva MasterClass, les dejo el link también abajo), lo traigo porque es importante saber, como con todo lo que digo, que el trascender la modestia no es un entrenamiento y aprendizaje para todos los seres humanos.
Lo es para quienes se han vivido su vida desde ese lugar.
Como yo. Y como Elvira Sastre. Y como tantas de ustedes, que sé que por eso están aquí.
Porque.
¿Por qué?
¿Por qué la forma correcta de relacionarnos con lo inmenso es no creérnoslo?
¿Por qué la forma de demostrar que somos buenas personas es achiquitar lo que nos habita?
¿Por qué la forma “moralmente correcta” (EGO, CONVENCIONES HUMANAS) de relacionarnos con otro que tal vez no ha logrado lo mismo, que tal vez no se siente igual, que no está donde estamos, es restarle valor al lugar en el que estamos, al que nos hemos traído?
¿Por qué la insistencia en restarle incandescencia a ese brillo imposible de nuestras extrañas joyas ocultas?
¿Por qué seguir decidiendo que permanezcan ocultas? ¿O, aunque ya no lo estén, por qué seguir sin darles el tamaño que tienen?
¿Por qué no pueden coexistir el talento inmenso, con el reconocimiento inmenso de ese talento, y la humildad al mismo tiempo?
Porque la humildad, para mí, es distinta a la modestia (aunque tradicionalmente sean usadas como sinónimos).
Humildad no es más que vivir abiertas a la vida, al error, al aprendizaje gracias al mismo, al recordar que estamos en un camino de aprendizaje.
Modestia es vivirnos chiquitas, la vida, lo nuestro, los logros, todo. Pretender ser buenas con base en lo que se ve, en lo que el otro percibe, “que no vaya a ser demasiado ni muy luminoso”.
FUCK THAT.
Porque además saben qué.
La no-modestia, cuando no es real, también se percibe.
Y aquí no se trata de ser no- modestas solo por serlo, y pasar por encima el otro, y humillar al otro (ESO ES LO QUE CREEMOS QUE ES LA NO-MODESTIA. Y POR ESO TENEMOS TANTOS DE LOS DEFAULTS QUE NOS LLEVAN A LA MISMA).
Aquí de lo que se trata, es de ser quienes somos, y de reconocer lo que somos, y de enorgullecernos VOCALMENTE de lo que somos, recordando, que somos libres para elegir, hacerlo.
Y que si no somos libres todavía para elegir hacerlo, que podemos, aprenderlo.
Es decidir, decidirlo, y entrenarnos.
Aquí un poema de Lo que queda después del sol que vino a mi mente mientras escribía esto. Dato curioso: es el poema que cerró la primera edición, no será así con esta segunda :)
Reconocer que somos doradas, o en realidad, que somos el sol; requiere mucha valentía. Y más que valentía, mucho trabajo de ego. O bueno, en realidad mucha valentía y trabajo de ego en la misma proporción, porque a fin de cuentas, son sinónimos.
*
Nos vemos en LO REAL QUE NOS HABITA MASTERCLASS, para sumergirnos en el universo inmenso y profundo del trabajo de ego, que nos permitirá ser libres.
Empezamos este martes: serán 3 sesiones inmensas por 88 mil COP / 22 USD. Abrimos las puertas ayer y ya son 12+ mujeres listas. Toda la info aquí. Nos vemos del mismo lado.
Aquí el Fragmento de tiempo sobre las sincronicidades del 2 de agosto:
Aquí algunos episodios de Lo que nos habita podcast, a propósito del tema de este Tercer Fragmento Distinto:
Gracias siempre, y nos vemos del mismo lado de lo real que nos habita, la próxima semana, (y de la valentía, en noviembre).
... tan cerca o tan lejos, como le creas. 🫀