“Transcend your small self”, “trasciende tu ser pequeño”, es la frase que llegó en este instante, con miedo antes de empezar a escribir, tras procrastinar más o menos una hora, haciendo nada en el computador, pretendiendo hacer algo.
Trasciende tu ser pequeño, lo que significa es: trasciende a tu ego, a tu miedo que te impide elegir el camino del amor, a esas limitaciones que te impiden rise above, elevarte por encima de lo pequeño, de lo que limita, de lo que no sirve en términos de servicio.
[Y para quienes apenas llegan a mi escritura, y como recordatorio para quienes llegaron hace rato: todo lo que escribo, es suyo para extrapolarlo a sus propias situaciones, aunque sean situaciones distintas. El propósito de lo que escribo es que encuentren una casa en palabras ajenas, y las conviertan en algo suyo, para que apoye sus procesos].
Es curioso que haya aparecido esa expresión, porque no es una expresión usual para mí, trasciende tu ser pequeño, es más, creo que jamás me la había repetido, y por eso, que haya aparecido en medio del miedo a empezar a escribir, decidiendo si escribir o no, es que la recibo como un mensaje de arriba (o de adentro), dándome luz verde para empezar, para escribir.
*Antes de empezar: no busco ni quiero consejos. Créanme que tal vez todo lo que puedan recomendarme, yo ya lo sé. Sé que siempre vienen desde una buena intención, pero agradezco no recibirlos. Si y solo si has vivido un proceso casi idéntico y ya estás del otro lado (pero lográndolo de forma real, no tapando síntomas), si y solo si te consideras una EXPERTA literalmente en el tema, desde un paradigma nuevo (el paradigma que va a la raíz, de nutrición ancestral, de sintonía con los ritmos del sol, que no busca solucionarlo todo con un suplemento o una pastilla), o conoces a alguien que lo sea, recibo la recomendación.
El propósito al compartir esto, otra vez, es que sea una casa ajena en la cual encontrar refugio, no pedir recomendaciones ni ayuda.
Con eso dicho, otra vez, como lo he escrito antes: todos sus mensajes sobre estos Fragmentos los recibo con la más inmensa gratitud.
Voy a empezar por el final
El 8 de enero de este 2024, más o menos a las 6 de la tarde, mientras el sol se iba, decidí que había sido suficiente, que quería empezar distinto, que necesitaba raparme para poder sanar, para poder caminar distinto, para tener a mi mente a bordo con el proceso de sanación en el que estoy.
No fue una decisión impulsiva, no fue un arrebato. Fue algo muy pensado, que había estado en mi mente desde hace por ahí 5 ó 6 meses, al que le di todas las vueltas posibles y por haber en mi cabeza. Una decisión con la que me senté, que contemplé, que cuestioné.
Por qué me raparía?
Por qué no lo haría?
Las primeras veces contemplando la posibilidad de hacerlo, me recorrían escalofríos. Así de teso, de fuerte, es el apego que tenemos por el pelo, o el mío, por lo menos.
Empezó siendo una ilusión, una utopía, una ingenuidad (o una pesadilla).
Yo? Luisa Robledo Restrepo? JAMÁS. Qué locura. No podría.
Aunque lo anterior lo pensaba la Luisa de antes.
De antes cuándo? No sé. Tal vez la Luisa del 2022, del 2021, y de ahí para atrás. La Luisa que todavía no era consciente de la sacerdotisa guerrera que la habita (de la que hablé en el Primer Fragmento Distinto: El dolor que es amor, y lo que eso significa, se los dejo también al final).
La Luisa del 2023 empezó a ser consciente de esa sacerdotisa guerrera, y por eso la Luisa que empezó a contemplar la posibilidad de raparse, sabría que sería capaz de hacerlo, en caso de decidirlo.
Hace el número de meses que haya aparecido la semillita, le conté a uno de mis mejores amigos y me dijo:
Tú no serías capaz de raparte.
Y yo lo miré con una mezcla de las siguientes dos caras (pero sin la sonrisa) como diciendo: Usted no sabe quién soy yo o qué????
Y le dije: obvio sería capaz.
Lo que no sabía en ese entonces, es que efectivamente no solo sería capaz, sino que lo haría.
El comienzo
Hace un año y medio más o menos empecé a notar que se me estaba cayendo el pelo más de lo normal (pero debió haber empezado antes, porque si lo empecé a notar, es que ya llevaba tiempo cayéndose).
Y solo escribir esto genera una sensación en mí de shame, de vergüenza (una de las emociones con más peso en la vida de los seres humanos, una de las emociones más difíciles de transitar. No vergüenza como una pena efímera asociada a la sensación de ridículo “ay, me dio mucha pena, mucha vergüenza porque me caí y me vieron”, no, vergüenza como una sensación de inferioridad, de “hay algo defectuoso en mí”, de insuficiencia, de “nadie puede saber esto”, de “esto me hace una mala persona”, de no ser dignas de tal o tal cosa (amor o respeto o admiración o recursos, por ejemplo)…La forma en que se manifiesta y las expresiones que la acompañan varían dependiendo del caso, de la persona, de las heridas).
Aquí lo que escribí para mí, alrededor de esa shame, antes de decidir compartir esto:
10 de enero de 2024. 9: 40 a.m.
Okay, me siento aterrorizada de escribir el Fragmento contando por qué me rapé. Aparece la shame, “sí. van a saber que se me estaba cayendo el pelo, van a pensar “que hay algo mal conmigo”, el secreto va a estar afuera [que no era secreto para mis personas].
No lo he alquimizado todavía, no tengo el: mira, estaba aquí, y ahora estoy aquí. Tengo el: estaba aquí, y sigo aquí. Y eso me hace sentir insuficiente, y “pobrecita”, y no quiero generar esa sensación de “pobrecita”.
Y aquí lo que escribí después, que me permitió tomar la decisión de compartirlo, en medio de lo cual apareció la frase de “Trasciende tu ser pequeño”:
Entonces, por qué lo compartiría?
Para ser una lucecita en el camino para que otras personas, en una situación similar, se sientan menos solas.
Qué es más fácil, compartirlo o no compartirlo? No compartirlo.
Aparece el miedo: voy a estar en boca de la gente en modo chisme “se rapó porque se le estaba cayendo el pelo”.
Y?
Ahí le estoy entregando todo el poder no a las personas a las que podría apoyar, sino a las personas que no le suman nada a mi camino, a las personas chiquitas.
Y con eso escrito, y con el trasciende tu ser pequeño que llegó, ser pequeño que genera esa vergüenza, esos “qué tal sí”, esos “es que la gente no puede saber porque…”, decidí compartirlo. Y henos aquí.
Algo que no quedó en esa escritura de arriba, que también me frenaba a la hora de compartirlo, es la anotación que hice al principio: no quiero que la gente me dé consejos. No quiero que la gente me diga “ay, ya ensayaste esto. Ay, la biotina sirve mucho, el colágeno hidrolizado. Ay, hay unos tratamientos muy buenos [que cuestan una millonada de plata, y que solo tapan el síntoma, temporalmente, y generan otros]. Ay, te recomiendo mucho esta dermatóloga [probablemente alguna médica vieja-escuela, que, lo mismo, va a mandar pastillas o tratamientos que valen un infierno de plata, probados en hombres y diseñados para hombres, y que no sirven para nada, o no a largo plazo, porque no van a la raíz]”…y así infinitamente.
Por eso es que tomé una decisión y fue la siguiente: voy a compartir el motivo con mis lectoras y lectores de los Fragmentos de tiempo (como tanto otro que comparto aquí, y no en otras partes), pero si me cruzo con alguien en la calle, si conocidos o no tan conocidos me preguntan, mi respuesta va a ser: quería cambiar, estoy en un proceso interno (lo cual es cierto).
Sobre la vulnerabilidad
Porque, y esto es algo importante: NO LE DEBEMOS VULNERABILIDAD AL MUNDO. No le debemos explicaciones al mundo. No le debemos nuestro mundo interno al mundo (y no le debemos nada al mundo, punto, un patrón instalado muy fuertemente especialmente en las mujeres, que se sienten en deuda con el mundo permanentemente).
Una cosa es elegirlo, una cosa es compartirnos desde ahí cuando viene desde un lugar real, cuando la voz del corazón lo pide, cuando elegimos que la vulnerabilidad sea una forma de servicio, que nos sirve a nosotras, y a otras personas, cuando queremos ser casas ajenas que se conviertan en refugio, cuando no queremos cargar con el peso de un secreto. Pero no porque tengamos que hacerlo. No porque le debamos nada a nadie.
Y digo que es importante, porque por ejemplo, una mente como la mía, puede decirme algo como: ay, pero cómo no vas a decir la verdad, cómo no vas a contar, no es sincero ocultar el motivo real. Esa es mi perfeccionista hípermoral interna. Puro ego.
Sobre la caída del pelo
Sé que no era algo perceptible para los demás, pero lo era para mí.
Y más que la apariencia física, verme con menos pelo, aunque los demás no lo notaran, lo que me llevó a tomar la decisión fue la forma en que me sentía todos los días: sentir el pelo cayéndose más de lo normal, todos los días, al lavarme el pelo (me lo lavo todos los días porque mi pelo es graso, y lo mismo aquí: agradezco no recibir consejos sobre el cuidado del pelo, lo mismo, lo que puedan decirme ya lo sé, y ya lo he intentado, y yo elijo lo que se siente real para mí).
Llevaba un año y medio sintiendo una angustia horrible cada que me bañaba. Todos los días durante un año y medio (y esto me enseñó tanto! Y me forjó tanto! A nivel interno). Era muy duro. Bañarme se había convertido en una tortura. Había días mejores que otros, días en que no me afectaba tanto, pero eran muy pocos.
La constante era una angustia que no estaba apoyando mi proceso de sanación.
Sobre el proceso de sanación
Un poquito de contexto antes de seguir con el resaltado de arriba:
Puedo decir que ya soy experta en nutrición ancestral, en alimentos densos nutricionalmente, en ritmo circadiano, en disruptores endocrinos, en desbalances hormonales, con base en todo lo que he estudiado, ensayado, consultado (y por eso en el futuro, cuando haya alquimizado esto que estoy viviendo, y esté del otro lado, podré enseñar todo lo que he aprendido. So be it, hecho está).
De entrada: tengo tiroiditis de hashimoto (crucial en la ecuación), y esta especialización de vida me ha permitido darme cuenta de que tengo desbalances hormonales (en proceso para volver al equilibrio), como el 80% de las mujeres, y un origen importante con mi intestino, que se remonta a mi infancia, así como un tema de absorción de minerales, todos estos factores que pueden contribuir a la caída. Por eso hacía la anotación al comienzo, que vuelvo a dejar aquí de:
Si y solo si has vivido un proceso casi idéntico y ya estás del otro lado (pero lográndolo de forma real, no tapando síntomas), si y solo si te consideras una EXPERTA literalmente en el tema, desde un paradigma nuevo (el paradigma que va a la raíz, de nutrición ancestral, de sintonía con los ritmos del sol, de desbalances hormonales, de salud de la mujer, que no busca solucionarlo todo con un suplemento o una pastilla), o conoces a alguien que lo sea, recibo la recomendación.
El año pasado para mí fue literalmente el inicio de mi camino de regreso a casa
Mis hábitos cambiaron radicalmente al decidir sumergirme en este proceso de sanación. La forma en que me alimento, en que me despierto, en que me duermo, cambió radicalmente. Los suplementos que tomo (o que dejé de tomar). Las medicas a las que consulto (y a los que dejé de consultar). Los productos de piel y de pelo que uso. Todo cambió. Y sin embargo, no ha habido mejoría con la caída del pelo.
Y ahora sí, volviendo a la angustia diaria al bañarme, yo sentía que esa angustia era un factor crucial que no me iba a permitir sanar, que no me iba a permitir caminar de regreso a casa.
Aunque no viera mejoría, yo sabía (SÉ) que voy por donde es. Que estoy haciendo lo que debo hacer. Que estoy haciendo lo que puedo hacer. Que el camino me ha ido conduciendo a ir descifrando cada vez más, las piezas restantes del engranaje (tantas!) y que me estoy haciendo cargo, de la mejor manera en que puedo hacerlo, y que la vida va a responder.
Y sin embargo, todo se derrumbaba, todos los días, al bañarme. Era como una enemistad, una pelea interna permanente, una contradicción constante, entre mis acciones, y mi mente, al ver el pelo cayéndose: estoy mal, nunca va a parar de caerse, debo estar muy mal, donde no sane nunca, será que estoy haciendo lo que no es? tengo que estar haciendo algo mal.
Y así empezaba el bucle interminable que me arrastraba al piso, y que no me iba a permitir sanar.
Y por eso me rapé.
Para poder sanar.
Sobre el camino que empieza
No significa que ahora todo se solucionó, no significa que “ojos que no ven, corazón que no siente”, no significa que entonces me rapé y me olvido del asunto.
Significa que ahora, mi mente puede estar a bordo con mi cuerpo, con mis acciones, con el proceso que estoy recorriendo.
Significa que ahora voy a tener un respiro, para poder bañarme tranquila (y! alleluyah, no saben lo que ha sido estos tres duchazos sin pelo: el paraíso (sobre esto, viene mucho que tengo por decir, y apenas van dos días). Para poder recorrer el proceso tranquila, sin afán, sin chequear todos los días: hoy se está cayendo menos? Sin pensar todos los días: esto no va a parar de caerse nunca y ahí sí me voy a quedar sin pelo.
Para hacer lo que estoy aquí para hacer: alquimizar esta mierda (mi humana hablando).
Para poder caminar de regreso a casa y eventualmente, acompañar a otras personas en sus caminos (mi parte real hablando).
Sobre sentirnos menos solas, sobre los refugios en casas ajenas, sobre la escritura sanadora
Para ir cerrando; el año pasado conocí a una mujer a la que le conté que se me estaba cayendo el pelo más de la cuenta, y me contó que a ella le pasó lo mismo, que un día no pudo más, que le dijo a la mamá: pasame unas tijeras, y se cortó todo el pelo.
Esas palabras se quedaron conmigo. Me acompañaron durante todo el año pasado. Me hicieron sentir menos sola. Ella no me sigue, y por eso cuando me rapé, le mandé la foto y le conté lo mucho que su sola historia me había apoyado, y que ahora yo le compartía la mía, como un acto de gratitud, y de solidaridad.
El poder de las historias.
De compartirlas.
Y aunque escribir no va a hacer que algo desaparezca, sí va a permitirnos vivirnos el proceso, distinto. Escribir plegarias que nos permitan elevar nuestros ojos al cielo. Escribir manifiestos que nos recuerden lo importante. Abrir espacio para que se exprese lo que no puede contenerse más. Escribir la forma en que seguiremos caminando.
Y por eso les extiendo la invitación a Escribir para sanar, conmigo, en este nuevo grupo que empieza su camino de vuelta al origen, pronto.
Empezamos a finales de este mes. Encuentras toda la información de Escribir para sanar & descubrir lo que nos habita, aquí.
Ejercicios de escritura
¿Cómo se vería en tu vida trascender a tu ser pequeño, trascender tu smaller self? ?¿Qué sería elevarte por encima de la voz del ego, de esas limitaciones, de esa pequeñez?
¿Quiénes son las personas chiquitas, que son solo restas, o que en realidad, son puros ceros porque no suman nada en tu vida, a las que les estás entregando todo el poder sobre tu vida, y por qué se lo estás entregando?
¿Cómo se vería tu vida, si dejaras de entregarle todo tu poder, a esas personas chiquitas, que son puros ceros?
¿Qué te pide tu camino del amor hoy? ¿Qué es lo real hoy? ¿Qué es aquello asustador que sabes que es para ti, que te susurra: es por aquí?
Si fueras una persona valiente, ¿qué te atreverías a hacer?
(Y todas estas preguntas, son sinónimos).
Escribir para comenzar
Si no estás lista para Escribir para sanar (el baile completo, la sumergida profunda), pero SÍ estás lista para la valentía, para atreverte, apara empezar, para crear, para escribir, para materializar, para dotar de corazón y de propósito lo que viene, honrando la voz de lo real, por encima de la voz de tu ser pequeño, nos vemos en Escribir para comenzar este sábado 13 de enero a las 10 a.m. hora Colombia.
Tendrás acceso a la grabación durante un mes en caso de que no puedas unirte en vivo
Nuestro taller tendrá una duración aproximada de entre 2:30 a 3 horas
Valor de tu inversión: 44 USD / 177.000 COP
Escríbeme para el link de pago respondiendo a este correo, o mandándome un DM por Instagram.
3 canciones para apoyarnos en nuestros procesos, elevar nuestra energía, recordarnos que todo es posible
Fragmentos de tiempo recomendados a propósito de este tema:
Primer Fragmento Distinto: El dolor que es amor, y lo que eso significa
Cuarto Fragmento Distinto: Sobre los procesos que toman tiempo
Episodios de Lo que nos habita podcast recomendados
para apoyarnos a transitar momentos difíciles, para honrar la voz de lo real, para recordar lo importante, para vivirnos los procesos (y la vida!) distinto:
85. Cómo vivirnos diciembre (y cualquier proceso) de forma más intencional
83. Cómo sostener la espera de lo que anhelamos que todavía no llega
61. Cómo aceptar el lugar en el que estamos sin dejar de soñar
38. ¿Qué tiene que ver el autoconocimiento con la libertad para elegir?
37. ¿Cómo envejecer? (porque me sumerjo en el tema de apariencia física)
22. Raíces poema canalizado (creo, porque no me acuerdo de lo que salió, pero sé que es hermoso)
Muchos.
Gracias por leerme.
Gracias por ser parte de mi casa.
Nos vemos en Escribir para comenzar, o en Escribir para sanar, o donde nos veamos, pero del mismo lado de la valentía, siempre.
Admiro demasiado tu valentía.
¡Te ves hermosa Lu!
Gracias lu, por abrirme camino. Por cada respiración, cada latido que te ha llevado con valentía a seguir abriéndome-nos camino. Simplemente gracias.