La escritura que salva: serie de entradas de mi escritura análoga
Mi pecho ha estado lleno de caballos y de colibríes y de manos que aprietan. Es una agitación rápida que conozco, que es vieja, y aquí diría: amiga y confidente. Pero no es ni amiga ni confidente. Porque por el hecho de que algo sea habitual, no lo convierte en espacio seguro. Que algo sea habitual, solo lo convierte en eso: en algo conocido, ya recorrido, cómodo en su repetición, en su cotidianidad, en su presencia constante.
Desde un tiempo para acá, pretendo ser muy cuidadosa con el no usar la vulnerabilidad como un mecanismo de no-vulnerabilidad. Es paradójico, pero he aprendido que la vulnerabilidad puede usarse así: como un mecanismo más para protegernos de la cosa profunda que está debajo, aunque parezca que precisamente eso es lo que estamos haciendo: exponer la cosa profunda. No siempre. Y a veces, aunque puede que sí, en ese exponer, nos estamos resguardando. Pero esto no es mío para enseñar porque sigo apenas entendiéndolo. Solo lo nombro para decir: procuro que cuando voy a compartir algo mío, sea solo para poner sobre la mesa: esta es mi práctica, esto es lo que estoy viviendo, así se ve mi vida hoy, sin ninguna “agenda” más que decir: esto es lo que hay.
Y lo estoy nombrando porque viene una sección de escritura análoga, donde les voy a transcribir las entradas de mi libreta de los últimos días.
¿Por qué?
Porque quiero compartirles cómo se ven mis sesiones de escritura, no describiéndoselas, sino mostrándoselas. Porque, pensando en quienes son parte de Nuestra Arena, por ejemplo, quiero que vean el poder que se encuentra en las palabras cuando nos permitimos escribir, cuando nos permitimos usarla para trabajar con nuestra mente y patrones (y bueno, pensando también en todas las personas que escriben –y necesitan este recordatorio–, o que quieren escribir, que sienten curiosidad por hacerlo).
Y porque, bueno, igual que con los escritos de la semana de escritura poética para vaciar el corazón, cuando me devuelvo a releer lo que he escrito, siempre me sorprendo. Y lo que pasa es que usualmente casi nunca me releo en tiempo real, sino años después. Esta vez me releí en tiempo real. Y por eso voy a compartirles aquello con lo que me encontré en tiempo real (dejando algunas partes muy mías –aunque todas lo son– por fuera).
Y bueno: también quiero ser honesta. Me ha costado poner afuera creaciones. Crear hacia afuera, podría decir. Así que voy a hacer uso de lo que ya existe –de lo que he escrito, creado, hacia adentro– para seguir sumándole ladrillos a esta construcción que empecé a construir, hace un buen tiempo ya.
Entonces vamos a lo que vinimos.
En este Fragmento les voy a compartir la primera entrada, y en los próximos Fragmentos, vienen cuatro entradas más.
28 de enero de 2025
La bulla es la misma. El ruido suena igual. La sensación en el cuerpo conocida. Una agitación que aprieta. Un montón de caballos galopando dentro de mi pecho, queriendo escapar, queriendo correr hacia alguna parte lejos, desconocida. Quieren correr porque las palabras castigan: no deberías no deberías no deberías. Quiero correr porque las palabras me golpean hasta hacerme sangrar:
[Y antes del poema que sigue, como siempre: no estoy disponible para recibir comentarios que me validen tipo “no pienses así que lo que haces es valioso”. No estoy buscando que me “solucionen” nada ni que me “consuelen” (no lo necesito) ni que sean mis “coaches”. Esto que les comparto aquí, es una muestra de la forma en que podemos usar una forma de arte –la escritura– para sentir y transitar y crear. Con eso dicho: siempre agradezco mucho sus mensajes de vuelta, con un gracias, o con lo que lo que les comparto genera en ustedes].
Retomo.
Quiero correr porque las palabras me golpean hasta hacerme sangrar:
esto es inútil esto no sirve esto es un pedazo de mierda quién sos vos y qué estás haciendo y lo que hacés es insuficiente no sirve pa nada no tenés derecho ¿cómo se te ha ocurrido? qué mierda qué mierda qué mierda todas las cosas que has creado que has puesto afuera creyendo que importaban que no importan que sería mejor que pararas de hacer porque no es tuyo nunca ha sido tuyo nada de esto para enseñar porque sos una culicagada que no tiene idea de la verdad el mismo ruido las mismas palabras que me dicen que me gritan ¿acaso no ves que mentimos porque siempre decimos lo mismo? ¿acaso no ves que este es el engaño el plan maestro para impedirte hacer lo que estás aquí para hacer? ¿acaso no ves acaso olvidas que sos un objetivo militar para la oscuridad porque tu luz nos pone en riesgo? así que recuerdo tras escribir esto la lección: canta como si no pasara nada* porque nada pasa vida mía sal de la cama temprano pon tus pies sobre la tierra helada cocina lo que sabes cocinar come despacio como si tu vida fuera una plegaria dúchate con agua hirviendo que te quema la piel y sal rumbo a ese sol a veces escaso para decirle con un pecho abierto estoy aquí dispuesta a hacer lo que puedo hacer a labrar la tierra a vestirme despacio con la ropa que tengo sin vivir días que no son míos sin estar allá porque eso significaría morirme al no estar aquí tocando las paredes de mi casa para recordar con mis yemas sensibles yo he construido esto yo he construido esto esta es la casa que es mía para vivir. *verso por Alejandra Pizarnik
Mañana la siguiente entrada.
Y, posdata: viene pronto taller de escritura (expresiva, introspectiva, libre) después de mucho tiempo (lo que antes era Escribir para sanar, versión origen), ahora llamado: Latir con las manos (latidos y escritura).
Un mes de escritura al servicio de la conexión con lo que nos habita, de los latidos, y de la apertura del corazón.
Vamos a sumergirnos en la escritura como herramienta para abrir el corazón, para vaciarlo, para sentir.
Vamos a sumergirnos en la escritura como herramienta de introspección y autoconocimiento y de navegación de nuestra mente y patrones (lo que sea que esté vivo para cada una, tal como se los comparto en esta serie de entradas, escribiendo sobre lo que estaba vivo para mí).
Vamos a reunirnos a escribir en compañía durante un mes, para desacelerar, para conectarnos con lo que nos habita, parar abrirle las ventanas a la escritura en nuestras vidas.
Entradas dentro de esta serie: